Virus respiratorios – Don Chimino
Por: J. David Flores Botello
VIRUS RESPIRATORIOS. – No olvidemos que un virus y una bacteria son completamente distintos. Las bacterias son cien veces más grandes que los virus. Las bacterias pueden reproducirse por sí mismas, los virus necesitan introducirse en las células de los humanos, de los animales o de las plantas para poderse replicar. Los antibióticos no sirven para atacar a los virus, al contrario, usarlos en enfermedades virales afecta a las bacterias normales del cuerpo, principalmente a la llamada microbiota del tubo digestivo, además, se puede producir resistencia bacteriana que obliga al uso de antibióticos más “fuertes”. Los virus respiratorios como la influenza, el COVID, el sincicial respiratorio y otros, pueden producir, fiebre, cefalea, flujo nasal casi siempre hialino (transparente), dolor faríngeo, tos, debilidad, falta de apetito, entre otros síntomas. Existe la mala costumbre de que, si hay fiebre alta, aplican inyecciones para bajar la fiebre y en ocasiones se recetan antibióticos. En los niños está proscrito bajar la fiebre aplicando medicamentos inyectados, puede ser peligroso. Hay que recordar que la fiebre es un mecanismo de defensa del cuerpo humano, funciona como alerta para que nuestras defensas salgan a atacar al invasor. No debe haber motivo para bajar la fiebre a la fuerza, es mejor usar medios físicos como baños con agua tibia, aplicación de lienzos en cabeza, abdomen y axilas con agua tibia y, si acaso, el uso de paracetamol o acetaminofén, no otros como metamizol, ni diclofenaco, ibuprofeno o nimesulida. La mayor parte de las veces, los virus afectan la vía aérea superior (nariz, garganta, laringe, tráquea), por ese motivo, algunas personas (niños y adultos) son sometidos a nebulizaciones, sin ninguna necesidad y con el peligro de que los pulmones se llenen de humedad. Los nebulizadores generan una nube de gotitas muy pequeñas que se introducen en los alveolos pulmonares y no actúan en las vías superiores. A algunas personas que cursan con problemas de laringe, es decir, con ronquera, puede serles útil el aspirar vapor frío en un baño: se cierran puertas y ventanas, en ausencia del paciente, se abre la llave de agua caliente, se espera a que se llene de vapor el baño, se cierra la llave y se introduce al enfermo a aspirar ese vapor que, por tener las partículas diez veces más grandes que las de un nebulizador, no ingresan a los pulmones, se quedan en la parte superior. Hacerlo dos veces al día durante los días de mayor ronquera ayudará a desinflamar y acortar el tiempo de evolución. No es recomendable aspirar vapor caliente directo de un recipiente, puede ser contraproducente. La gran mayoría de los virus respiratorios evolucionan espontáneamente entre 5 a 7 días. En pocas ocasiones puede haber complicaciones como espasmo bronquial y neumonía, en esos casos, los antibióticos están indicados. Hay que recordar que el COVID ya se convirtió en un virus como el de la influenza, va a estar presentando mutaciones y vamos a requerir revacunaciones para seguir fortaleciendo nuestro sistema inmunológico y así evitar complicaciones. Las vacunas han salvado millones de vidas humanas. No olvide usar cubrebocas en lugares cerrados y siempre que se esté enfermo de algún virus respiratorio para no contagiar a otros.
DON CHIMINO.- Cuando me enteré de manera sospresiva que tenían cáncer Beto y su esposa Norma, prima de mi Puchunga, le di gracias a Dios que yo y ella tamos bien de salú. Con uno que otro achaque pues, pero nada que ver con lo que les taba pasando a ellos. Anque se hicieron los valientes y fuertes al decirnos de sus problemas, ta´ cabrón padecer de esas enfermedades, sufrir con los tratamientos… y gastarse un dineral. Tansiquiera su amigo de Beto de nombre Juan Domingo que, igual que él, tiene cáncer de próstata, lo recomendó con especialistas de Laredo en Gringolandia onde, le dijo que ahí se ta´ atendiendo él y según entendí, los agarran como conejillos de Indias pa´ probar nuevos tratamientos, que a él le había ido muy bien en 6 meses y que seguramente asina tambor le iría a Beto. Yo creo que, por lo que paticó con su tocayo de cáncer, y por el hecho de hacernos cómplices de buena voluntá a mí y a Pedro pa´ no decir nada a nadien de su cáncer y no preocupar a Norma, que ya de por sí tenía que batallar con su cáncer de titi. Por esas dos cosas -deduje-, le cambió la cara y su figura al Beto. Ya no se miraba compujido. Sus ojos medio marchitos antes, cobraron brillo. De tar jorobado y cabeza gacha, la alevantó, se puso derechito y caminó con mucho más ánimo y, en el trayepto de la banca onde estuvimos hacia el restaurán, guardó el envoltorio que le dieron con sus laminillas en la bolsa de su pantalón, se desabotonó la camisa, metió la carpeta con sus resultados, la arrempujó hacia la espalda, se abotonó, se fajó bien y caminó irradiando alegría a su ruedo, era otro. Cuando llegamos al restaurán todo mundo taba en la gran pática, Pedro se jue con su hermana Coquis. Yo y Beto nos juimos a nuestra mesa, él buscó con su vista a Norma, pero no se miraba, solo mi Puchunga taba sentada áhi, le pregunté si sabía onde taba Norma, me dijo que se ´bía ido con su hijo Alberto y su nuera Olivia a orillas del lago. Beto oyó y garró camino pa ir con ellos. Todas las mesas, menos las siete de nosotros, taban vacías. Uno de los meseros me dijo que a las 12.30 horas se acababa el desayuno, que a partir de la una de la tarde empezaba el horario de la comida y terminaba a las 5 de la tarde, miré la hora en mi celular: faltaban 15 para la una, me dijo que habría cambio de turno del personal y que ya no tardaban en llegar con los nuevos alimentos. Le pedí una copa de güisqui y se jue de volada por él, mi vieja me arriendó a ver, me dijo que era la última, que porque iba yo a manejar de regreso pa´ Iguala, ni modos -pensé-, “onde manda capitán no gobierna marinero”, ella, arrimó su silla, inclinó su cabeza hacia mí y, ya sabía yo… lo primerito que me preguntó jue que a ónde tábamos yo, Beto y Pedro. Le dije que juimos a dar la vuelta y siguió preguntando, que por qué tardamos tanto, qué por qué taba yo todo sudado y ellos no, le dije que porque me puse a hacer ejercicio pa´ que se me bajara el desayuno y no se me subieran las copas, que por eso le pedí agua, porque tenía yo harta set. Que qué me dijo Beto cuando nos salimos para afuera yo y él, que por qué se jue como agüitado y regresó tan cambiado. Algo chospechaba y quería saber. Yo traté tar lo más tranquilo, sin pestañiar, sin ponerme nervioso, le dije que Beto taba muy contento porque su croblema de Norma no es tan grave y que mucho más contento porque iba a ser agüelo de los gemelitos. Que qué les venía yo contando que reían a carcajadas cuando llegamos de regreso. Le dije que les conté un chiste de Polo Polo, el de los animales de la selva. En eso llegó el mesero con mi copa, le di un traguito, me la tenía que chiquitiar pa que me aguantara un rato. Tan normal actué que me creyó mi Puchunga, hasta yo mismo me sosprendí de que no me agarrara en curva. Juré no soltar nada de lo que era un secreto entre los 3 hombres: lo de su cáncer de Beto. Me vio tan tranquilo y relajado mi vieja que me dijo que orita venía que iba a la mesa de su amigo Miguel Ángel, el mamado con voz de niña. Le dije que taba güeno y se jue al borlote con todos sus demás compañeros y amigos de Norma la cumpleañera. Taba yo bien a gusto, estirando las piernas, en eso, miré que venía, direpto a mí, el guía que dende la mañana anduvo con nosotros. Disimuladamente, me preguntó que si yo era Don Chimino, le dije que sí, se agachó un poco y me dijo cercas del oído que una señora de vestido rojo andaba buscando a Beto, que le ´bía tado llamando y mandando mensajes pero que ni le llegaban sus mensajes y que la mandaba a buzón, que le urgía verlo, que si lo miraba con su mujer no lo interrumpiera y que me buscara a mí, que me dijiera que si por favor iba yo a verla
porque tenía algo muy importante que decirle a Beto. Cuando me dijo eso el guía, mi corazón se me aceleró, ¿qué quedría decirme? ¿Por qué yo? Le pregunté que ónde taba la señora, me dijo que cerca de la fuente del jardín Cuatro Primaveras, mero onde hacía unos minutos ´bíamos estado yo, Beto y Pedro. Arriendé a ver si mi vieja me miraba, vi que no y, a paso lento, con las manos cruzadas a mis espaldas, medio pajariando pa´ no levantar chospechas, me jui a buscar a Juanita, me imaginé que era ella por lo del vestido rojo. A medio camino, apuré el paso. Tuve que poner mi mano derecha sobre mi corazón porque sentía que se me chispaba del pecho. Parada a un lado de una enorme jacaranda, medio escondida, cubriéndose el sol con la sombra del grueso tronco, áhi taba Juanita, con su brillante, ajustado y escotado vestido rojo y… ¡híjoles! Or sí me súper rete colgué, áhi nos pa l´otra, graciotas.