¿Volverá la vacuna contra la viruela? – Don Chimino

Por: David Flores Botello

¿VOLVERÁ LA VACUNA CONTRA LA VIRUELA?.- La viruela se describe como “una enfermedad contagiosa que puede producir desfiguración y ser mortal, ha afectado a los seres humanos por miles de años, su incidencia natural fue erradicada en todo el mundo en 1980”, solo algunas muestras de este virus se han guardado en laboratorio para llevar a cabo ciertas investigaciones, los avances en biología molecular han hecho posible crear viruela a partir de secuencias de aminoácidos, esto último es preocupante por la posibilidad de que pueda usarse como arma biológica, no existen medicamentos que la curen, una vacuna puede prevenir la viruela, pero el riesgo de los efectos secundarios al aplicársela es muy alto como para justificar la vacunación de rutina. Un brote de la llamada viruela del mono o viruela símica a prendido los focos de alerta pues en las últimas semanas el número de casos a nivel mundial se han multiplicado, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud la viruela del mono adquiere su nombre porque se identificó por primera vez en una colonia de monos criados por investigación en 1958 y fue hasta 1970 que se detectaron casos humanos. Puede propagarse de animales a seres humanos quienes a su vez pueden contagiar a otras personas, esta enfermedad era endémica en algunas regiones de África donde suelen vivir simios portadores del virus y solo de vez en cuando se presentaba algún enfermo lejos de esta área, se contrae por contacto directo con una persona infectada o a través de sus secreciones corporales, los síntomas son: fiebre y dolor de cabeza intenso, dolor muscular y de articulaciones, lesiones en la piel que presenta unas bolsitas de pus que eventualmente se rompen, ganglios linfáticos inflamados y falta de energía, desde 2019 se cuenta con una vacuna para la viruela símica la cual se indica para personal de salud, de laboratorio o personal de riesgo. Existen varias vacunas contra varicela que al aplicarse confieren cierta inmunidad contra la viruela del mono. A los nacidos antes de 1980 se nos aplicó vacuna contra la viruela pero la inmunidad adquirida se sabe que dura 20 años así que, en caso de que haya campaña de vacunación contra la viruela tenemos que acudir al refuerzo. En la actualidad van más de 6 000 casos a nivel mundial y todo parece indicar que continuará la propagación, ¿no estaría bien que cada paciente con viruela del mono se aísle hasta ya no poder contagiar a otros? De otra forma se les puede salir de control, convertirse en una pandemia y necesitar, por supuesto, de vacunación masiva que hinchará más las finanzas de quienes las fabrican.

DON CHIMINO.- Re a gusto que nos la pasamos yo y mis compas con Alfredo que se puso a paticarnos su vida dende que se jue a Chicago recién saliendo de la secundaria, era de los compañeros más adelantaditos tocante a lo de las chamaconas, lo seguían harto anque no era carita, a la mejor por tar mamado, por sus ojos de gato, por hablarles bonito o adivinar por qué pero tenía pegue el cabrón, en ese entonces éramos agún todavía unos chamacos, a hartos nos ponían apodo, hasta los maestros tenían, a él le decían el drácula o el león por sus pinchis colmillotes que, a sus casi 62 años, agún se le miraban casi igual. Ya era noche y nos seguía paticando en la azotea de mi cantón después de tar en la pozolería dende el mediodía, taba desatado paticándonos y chupando el mezquite que mercó en el otso de nombre 500 conejos, ya le vía yo perdido la cuenta de cuantos caballitos ya llevaba, es más, no sabía yo ni cuanto tiempo ´bía pasado, sentía como que poco, como que apenas habíamos estado en la pozolería pero en veces sentía yo como que ya era harto tiempo, que el Alfredo ya se había alargado un chingo con su historia, taba como desbocado, paticando y chupando: “Por cierto, ninguno de ustedes me preguntó qué fue lo que platiqué con Enriqueta esa noche que me fue a cuidar al Chicago Hospital cuando mi cruzadota con el tequila y su somnífero de Nancy”, nos dijo Alfredo y siguió, “A pesar de que me quise hacer el valiente y no verme tan jodido cuando llegó Enriqueta hasta mi cama donde había despertado después de casi morir, no aguanté mucho la pose que asumí de quien disfruta una playa, me sentía molido, y es que después supe que Richard, su hijo mayor de Nancy, en su desesperación por llevarme de la casa al hospital, arrastró mis 220 libras por toda la sala hasta la cochera, me subió como costal de papas a la troca, 3 veces me dio masajes en el pecho y respiración de boca en boca en el camino, me dolía mi pecho como si me hubiera roto una costilla, “relájate y descansa” me dijo acomodándome la almohada y cubriéndome tiernamente con la cobija, “la noche es fresca, quédate tranquilo que yo velaré tu sueño” dijo, dos noches antes habíamos platicado en la cafetería del hospital, me había dicho que estaba casada con un señor de nombre Paul que era 20 años mayor, nacido en Estados Unidos, descendiente de mexicanos que ahí vivían antes de que los gringos se robaran nuestro territorio y que decidieron no abandonar su tierra manteniendo su lengua y sus costumbres, era lo que se le conoce como chicano o pocho, que desde que se casaron viven en Matamoros de donde eran originarios sus papás pero que tuvieron que irse a vivir a Iguala porque ahí les dieron sus bases de maestros y que es nacida igualteca, cuando apenas iba a entrar a la prepa su papá consiguió cambio de su base y se regresaron a Matamoros. Me estiré cuan largo era en la cama, aflojé mi cuerpo, cerré mis ojos, respiré hondo, saqué el aire lentamente y le dije: platícame de ti Quety, así es como le decía de cariño, incluso, los corazones que yo hacía en mi cuaderno llevaban una flecha atravesándolo y con los nombres de Quety y Fredy, después de un silencio me empezó a platicar muy tranquila, me dijo que tenía una sola hija de nombre Caprice, que se había quedado al tanto de los restaurantes de nombre Iguala Grill, ubicados muy cerca de los puentes internacionales que comunican a Matamoros con Brownsville, Texas, donde todos los días tenían lleno pues mucha gente cruzaba la frontera para ir a desayunar o a comer ahí, yo creo que se percató que estaba yo agüitado porque me quiso sacar una sonrisa, y sí, cuando me preguntó que si me acordaba cuando jugábamos al bote en las calles de nuestra cuadra, ¿cómo no recordarlo? Le dije pegando un hondo suspiro, no sé si porque me acordé de la traición de Nancy o por recordar los fajes que nos poníamos atrás de aquél trueno enorme sobre la banqueta a la vuelta de la calle donde vivíamos, casi nos comíamos a besos, “supe que te viniste a Chicago pero nunca me imaginé encontrarme de nuevo contigo y que Dios me perdone si actúo mal pero pase lo que pase quiero decirte que fuiste el amor de mi vida, pensar que pudieras morir cuando por fin te volví a ver me dolió muchísimo, pero gracias a Dios estás bien, estuvimos varias horas orando junto con tu mujer, se ve que te quiere mucho, se veía deshecha” me dijo poniendo tímidamente su mano sobre la mía, me dio tanta paz que le confesé lo que me había pasado con los mensajes del teléfono de Nancy, que me había traicionado con otro, que no me había intoxicado con ningún alimento como les dijeron a todos, que estaba ahí por error de haber tomado droga para dormir cuando estaba tan pedísimo con el tequila, que no me podía dormir y tomé la medicina que Nancy usa para dormir, pero me eché un buche muy gordo y me crucé. Por un rato guardó silencio y me dijo: “platiquen Fredy, ve en qué has fallado, busquen alguna solución para no deshacer la familia que formaron durante 20 años, se ve que si te quiere, la vi muy dolida, no paraba de llorar y pedir por tu vida, puedes perdonarla, mientras, descansa y dale gracias a Dios, volviste a nacer”, me acarició la mano y se fue al reposet al lado de la cama donde se quedó dormida profundamente y yo hice lo mismo hasta otro día que se despidió a la carrera pues era la hora de la visita médica, después de auscultarme me dijeron que estaba bien, que me iban a dar de alta al mediodía, como a la hora llegó el psiquiatra y por más que lo quise convencer que no intenté suicidarme me dijo que sí, que fue intento inconsciente de suicidio y…”, híjoles, ora sí que nos colgamos ambos dos, yo y Alfredo, áhi nos pa l´otra, graciotas.

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