La tragedia más grande que ha sufrido Acapulco; más, su oclocracia.

Por: Enrique Castillo González

Habiendo terminado de leer este patrullaje ustedes, mis nueve lectores, tendrán idea del tamaño de la tragedia enraizada en este famoso Puerto Turístico; la tarea, mi tarea, es explicar los 4 diferentes niveles de “amenazas” que se activaron y, de paso, señalar los desatinos con los que se tropezó el “Plan Marina”.

Será este el primero de varios comentarios dirigidos a buscar explicaciones a las yerros o, diría alguien afín a su cuatrote, áreas de oportunidad, traídas por el terrible huracán que tocó directamente al Puerto de Acapulco.

Más, al yo estar directamente afectado por ese, mi apunte, y eso es definitivo, este patrullamiento distará de ser objetivo… habrán de disculpar entonces.

Así y con la misión de hacer dentro de este patrullaje, “apuntes” frescos regresaré al socorrido sistema de los “parágrafos”. Voy al punto.

El aviso en Acapulco, primero de la presencia del huracán y después de la intensidad de este fue lento; es cierto, el que pasara de categoría dos a cinco en menos de 6 horas fue factor.

Entonces el 90% de la población que sería alcanzada por ese gigante tomamos los avisos como una tormenta más… ya habían pasado 4 pequeños huracanes esta temporada; el nombre lo dice “O»tis”, con eso se entiende que ya corrieron algunos.

22:45…viento, mucho viento, eso dejaba saber que el fenómeno sería diferente, Paulina e Ingrid Manuel comenzaron con mucha agua, el viento acá era un dragón que nunca había llegado por estos cielos. -vientos de 300kmxh-

Desde el piso 7 del edificio donde está (o, estaba?) mi departamento ese en Caleta, el viento me hacía sentir la seriedad del fenómeno. Vivo solo, cual buen novelista (y sobrevivo). A las 23:hrs ya me había vestido, algo me dijo que “guardara mi cartera en mi bolsa izquierda trasera, las llaves en la otra bolsa del pantalón el teléfono en la bolsa derecha de adelante, los lentes colgados en el cuello de la playera” y, hecho eso me moviera rápido al baño.
El baño; espacio de 80x 1.60m2, puerta de plástico y arriba de lado de la calle 3 percianas de madera. !El viento! más que la tormenta, ya era amo, para las 23:10 ese dejaba saber quien dominaba todo.

Entendí que las ventanas del departamento volarían; ah esas mis ventanas; 4 metros de largo por 1:30 de alto que me permiten ver los extraordinarios amaneceres en la bahía (Santa Lucía) y las espléndidas noches e incluso la franja que va del Zócalo del Puerto hasta el alguna vez poblado de Icacos, y por supuesto ese gigantesco frontón que forma un dédalo de montañas marco de la bahía más hermosa del mundo. Eso es la “vista” que detrás de esas ventanas, si esas que volaron, siempre tengo frente a mi.

Encerrado entonces en el baño, con la mano izquierda sujetaba la única hoja de la puerta y, atrás de esa Eolo arremetía buscando vencerme para entrar por mi.

Afuera de mi baño vuelto último refugio, es decir en la sala comedor las ventanas cedieron, esas arrojaron decenas de dagas y flechas de cristal, yo oraba, urgaba líneas de recuerdos y agarrarme de ellos, me repetía que todo estaba bien, me presumía a mi mismo “no estás herido, estás bien”, aunque mi cuerpo temblaba por el pánico.
!El viento ya era una anaconda prieta y gigante que corría arriba de los charcos y los vidrios en el piso!..no existe sonido más dramático y trágico que el de cristales y vidrios golpeando paredes y pisos, el viento para ese momento ya vociferaba maldiciones. Una hora y media y, llegó la calma, -es el ojo del huracán- me dije, y creí que pronto vendría lo peor.

Saqué medio cuerpo de esa nueva matriz de la que emergí empapado cual feto vuelto de nuevo nacer, recorrí con mi mirada la que hasta una hora antes fue mi hogar.

Todo fue oscuridad. Las ventanas rotas, los equipos de cómputo (léase TIC’S) en el charco, las pantallas, horno eléctrico, licuadora y otros, convertidos en “cadáveres” del hogar.

!Mis libros!…!MIS NOTAS! (no entiendo porqué en ese momento fue lo que más me dolió). … no regresó a rematar su obra la negra serpiente constrictora, solo quedó volando su saliva.

1:45 . Salí de mi refugio, temblor en el esqueleto pero más curiosidad, en cuento abrí la puerta grité !vecino! esperando que ese ente prójimo me respondiera, lo hicieron el de enfrente y el de un piso abajo, creo que hicimos un pequeño recorrido en el entorno subimos a la azotea y regresamos a nuestros nidos destruidos, aquella anaconda se había echado exactamente sobre bahía y montañas de acapulco, su respiración, la de la boa constrictora, se estuvo escuchando durante horas.

Al día siguiente. 09:30, las calles cubiertas de trancos de “mangos” “tamarindos” !CEIBAS! Postes de luz algunos todavía cuasi sujetos por cables, mientras cerca y lejos se escuchaba en las casas el sonido (patético) de escobas barriendo agua y cristales. Así bajé hasta la Av. Costera Miguel Alemán yendo por esas calles por donde alguna vez corrió Tintan en su personaje de Zimbad (el mareado) mientras el peralvillo en su rol de “policía de Acapulco” lo correteaba. Por ahí, por esas calles bajé hasta esa “Av. Costera” que va hasta Caleta.

Más árboles centenarios vueltos escombro, aunque acá ya también había postes y vehículos volteados… un cadáver recargado sobre lo que fuera un poste para el semáforo, cubierto ese con ramas no se si por vergüenza o por humanidad. Ah, el olor a muerto no estaba, aunque la peste a miedo si.

Caminé rumbo al zócalo, de pronto irrumpió un grupo de vehículos enormes de la policía de la Ciudad dé México, entre esos una ambulancia, decenas de uniformados !y armados! prácticamente pisotearon las calles, aunque, esos policías inmediatamente reventaron su prepotencia frente a quienes los veíamos, tal vez lo hacían como mecanismo de seguridad. Me dirigí a uno de ellos ya que el yeso en mi pie estaba casi inútil (no lo dije, diez días antes del siniestro sufrí la fractura en el peroné de mi pierna izquierda) -será posible que un médico revise mi pie?- el policía que me escuchó me miró como si yo lo hubiera insultado, -sin siquiera voltear hacia donde estaba mi pie enyesado dijo, con el odioso acento de gente chilanga -nosotros venimos a rescatar cadáveres de los escombros-, entendí entonces cuál era el objetivo de su presencia en las calles de Acapulco y más cuando vi que se esmeraban en tomarse fotos jalando ramas; me pregunté el porqué si estaban observando a las personas saquear la tienda Walmart no hacían ni siquiera un ademán que desaprobara esas acciones, cuando vi que un policía llevaba en la mano derecha un “sixs” entendí de que lado estaba el uniformado. Y si, más de un centenar de personas entraban y salían de la tienda, los que entraban lo hacían con rostros de ansia mientras quienes salían llevaban todo tipo de mercancías, la mayor cantidad de productos nada tenían que ver con “alimentos o medicinas”. Ese tema empeoraría.

Vi la luz cuando llegó la caballería. Una camioneta del 13 Regimiento de Caballería (0913…) pasó junto a mi, le grité al que medí fuera el oficial al mando, creo le dije mi matrícula de guerra (!10999954!) o le referí mi pedigrí verde olivo, el caso fue que el conductor bajó de la unidad, me abrió la puerta trasera y entré a la unidad.

Ya en marcha pasamos frente a ciertos de tiendas y almacenes comerciales, en todos había decenas de personas haciendo tres cosas, saqueando, haciendo rapiña y robando, -de donde salía tanta gente para hacer lo mismo?-.

En el recorrido de la zona de Caleta hacia Icacos me di cuenta que el Mayor que autorizó mi traslado, sentado en el lugar del copiloto, observaba con coraje como hombres y mujeres (de todas las clases sociales, es decir, gente muy pobre, pobre y clase medie) saqueaban hasta los refrigeradores y cajas registradoras, el 13 Regimiento tiene su cuartel en Ixtepec Oax. y sin duda que el personal militar venido del Istmo nunca esperó estar en medio de tal eventualidad.

Habiendo sorteado troncos, postes y basura la camioneta del Regimiento llegó a 200 metros de la Guardia de la Base Naval (Icacos), tres soldados me cargaron llevándome hasta la puerta, ahí comenzó otra fase de mi búsqueda de auxilio.

Entonces. Antes e intentado narrar los dos grandes fenómenos, uno, el de la acción y mi reacción frente al diabólico huracán de 5 grados que tomó a todos mal preparados y dos, los nefastos actos de rapiña cometidos por miles de personas en toda la ciudad puerto, ahí no termina. Van las fases siguientes.

Tercera.- En el Hospital Naval solo tuvieron la atención de permitirme estar sentado, mientras las enfermeras me deslizaban (a la zurda) un plato de comida los médicos ignoraban mi presencia, tristemente me enteré que durante el siniestro de la noche anterior la tripulación de una draga (de la SEMAR) que estaba en el muelle del Astillero Naval había muerto ahogada, minutos antes de que el huracán tocara tierra los marinos militares pidieron autorización para bajar del barco y les ordenaron que permanecieran a bordo, a la mañana siguiente 3 cuerpos muertos por asfixia por sumersión flotaban dentro del barco semi hundido y los otros dos se reportaron como desaparecidos.

Luego de haber mal dormido en una silla decidí salir caminando de la Zona Naval, como pude llegué a la Iglesia de Costa Azul distante 800 metros de la puerta de la Base Naval aunque, caminando entre lodo, vidrios y hojas muertas aquello fue más difícil; llegué así a la glorieta de la Colonia Costa Azul con tan buena suerte que me di cuenta que la misma Secretaría de Marina había instalado un comedor comunitario, me acerqué e inmediatamente el marino al frente (tal como lo haría el cadenero del Baby’O) me dijo, “solo para turistas”, no tuve fuerza para increparlo, caminé hacia el interior del templo católico y desde ahí, sentado en una banca me di cuenta que a cuánto Acapulqueño o de ese perfil se acercaba a ese comedor el celoso pinche marino (ayudante de cocinero) rechazaba al humilde pedigüeño … de hecho en las dos horas que estuve sentado en esa banca no se apersono ni un solo gringo, gabacho o Quebecua.

Volví entonces a la Costera Miguel Alemán, apoyándome con una gruesa rama vuelta báculo repetí en procedimiento, una camioneta de la GN me llevó hasta “la Diana” y de ahí, una familia de ángeles me subió hasta mi madriguera revuelta y semidestruida.

Ahora, en brazos de mi familia intento escribir valiéndome de mi IPhone, mientras lo hago el músculo que forra el omoplato derecho se tensa “será porqué escribo con harto coraje?”

Cierro.- que es lo más pegado a mi memoria y listo para activar el engranaje del análisis? Cual es el tema para analizar en una tenida dentro del think tank? Es decir, con que quiero provocar a Mixtli, Paul von Hindenburg, Galo Wilson e incluso al Sargento Limón para seguir montados en el tema?

!Ah!… porqué miles de acapulqueños en un lapso de 40 horas fueron hordas rapiñaras? De bote pronto se me ocurre.

-desde hace más de cinco años la política pública dominante impuesta por la Escuela Política en el poder estableció “primero los pobres”.

En ese lapso de tiempo todas las acciones políticas del Estado Mexicano hacen veces de satélites en torno a aquella (!primero los pobres!) desde mi caro cerebro (está nuevo) deduzco que eso empoderó a los etiquetados como pobres al punto de que el estar en la cima de la crisis reclamaron el total control de la situación, !todo es nuestro! Agreguemos que en Acapulco es Gobierno la ocloracia luego entonces eso también forma la tormenta perfecta. Creo así haber dejado sobre la mesa de este Tanque de Ideas una gran provocación.

Último patrullaje.- ACAPULCO.- una vez más se presentó la sinergia entre “Mundo Imperial” y SEDENA. Bien por el patriota Juan A Hernández que cede su gigantesco aparato de espacios y bodegas para las acciones logísticas de refugio y rescate, y vaya que la máquina de planeación y control de la Secretaría de la Defensa Nacional sabe trabajar eso. Gracias a ambos dos.

Balazo al aire.- participemos todos, menos los politicastres.

Greguería.- te escribí una carta larga porque no tuve tiempo de escribir una corta- Marck Twain.

Oxímoron.- gotas secas.

Haiku.- Merced es tu sonrisa

así, sin prisa.

Es tú río de amor

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