Mi madre tenía sólo un ojo
Por: Antonio León
Mi madre tenía sólo un ojo, por eso la odiaba…
Creía que era una vergüenza. Cocinaba en una pequeña fonda para mantenerme, pues mi padre la había abandonado cuando yo era muy pequeño.
Un día, mientras estaba en la escuela, mi madre vino para saludarme.
Estaba tan avergonzado. ¿Cómo pudo haberme hecho esto a mí?
La ignoré, la miré mal y corrí lejos.
Al otro día, en el colegio, mis compañeros decían «Tu madre tiene un solo ojo».
Quería suicidarme. Y también quería que mi madre desapareciera.
Así que ese día la confronté y le dije, «Si sólo vas a hacer de mí un hazme reír, ¿por qué no te mueres?»
Mi madre no respondió. Agachó la cabeza, se dio la vuelta y me dejó solo en la habitación.
No me detuve a pensar lo que había dicho, estaba lleno de ira. Era ajeno a sus sentimientos. Quería salir de esa casa, y no tener nada que ver con ella.
Así que estudié muy duro y conseguí una beca para estudiar a Estados Unidos. Terminé mi carrera y me quedé a vivir en ese país, luego me casé, compré una casa y tuve hijos.
Estaba feliz con mi vida, mis hijos y las comodidades.
Luego un día, mi madre me vino a visitar. Ella no me había visto en años y no conocía a sus nietos, hizo un tremendo esfuerzo para costear su pasaje y entrar de ilegal.
Cuando se paró en la puerta, mis hijos se rieron de ella. Le grité por venir sin haberla invitado.
Le dije, «¡Como te atreves a venir a mi casa y asustar a mis hijos!»
«¡Vete de aquí ahora!»
Y ella respondió tranquilamente, «Lo siento mucho. Me habré confundido de dirección», y se fue.
Un día, me llegó un sobre que me lo enviaban desde México, me lo mandó una antigua vecina de mi viejo barrio. Traía un recado que decía: Señor, su madre murió hace unos días y dejó una carta para usted, así que me tomé la libertad de mandársela.
Abrí la carta más por curiosidad que por un verdadero interés y la leí:
Querido hijo.
Pienso en ti todo el tiempo. Siento haber ido a Estados Unidos y haber asustado a tus hijos. Estaba tan feliz de poder conocerlos que no pensé el disgusto que te ocasionaría.
Siento haber sido una vergüenza para ti cuando estabas creciendo.
Verás… cuando eras muy pequeño, tuviste un accidente, y perdiste un ojo.
Así que te di uno mío.
Estaba tan orgullosa de que mi hijo pudiera ver todo un mundo nuevo por mí, con sus dos ojos.
Con mi amor para ti, tu madre.
(Crédito a quien corresponda).
Hasta el próximo martes estimado lector.