Una extraña derrota

Por: Antonio León

Las mujeres yacían en la plaza del pueblo, todas sin excepción alguna tenían una sonrisa en su rostro ensangrentado, eran las trabajadoras huelguistas de la fábrica que habían sido reprimidas. Un periodista localizó a una con vida ya casi al final de su agonía. Se atrevió a preguntarle: ¿por qué todas tienen una sonrisa si las derrotó el tirano que las explotaba? La mujer sin dejar de sonreír le contestó: porque derrotamos al miedo, y eso servirá para que otras vengan atrás de nosotras para continuar la lucha proletaria.

UN DÍA MÁS.

Sonó el despertador como todos los días, a las cinco de la mañana. Con la intención de escuchar el radio, todas las noches pone el despertador una hora antes de lo que necesita para llegar a tiempo al trabajo. Escucha a Juan Gabriel que canta: buenos días alegría, buenos días señor sol, buenos días a la vida, buenos días a el amor. En sus labios se dibuja una mueca como de gris satisfacción, porque le gusta lo que oye, pero no le gusta lo que ve. Se acomoda hasta el cuello la sábana y la cobija para sentir menos el frío de la madrugada. Se quedó mirando el techo descascarado, pensó que así estaría el cielo de su realidad. Ahora escucha a Mercedes Sosa que canta: me preguntaron cómo vivía me preguntaron, sobreviviendo dije sobreviviendo. Se comienza a vestir, termina de hacerlo, prende un cigarrillo, suena la voz de Napoleón que canta lleno de optimismo idealista: trata de ser feliz con lo que tienes, vive la vida intensamente, luchando lo conseguirás. Entonces se pregunta si el cantante cantaría esa canción si llegara como él de lunes a sábado a las nueve de la noche, molido de trabajar en una fábrica, cenar fritangas en la fonda de enfrente y después subir las escaleras hasta el cuarto de azotea con el techo y las paredes descascaradas, donde le espera un colchón roto para descansar. Apaga el cigarro y la radio, sabe que ha llegado la hora de levantarse, tomar un café con galletas y marcharse al trabajo, sale a la calle y se pierde entre la gente pensando en la chinga que le espera, mientras la canción de Napoleón vuelve a sonar en su mente: trata de ser feliz con lo que tienes…

CÓMO NOS REÍMOS.

Cuando estudiaba la preparatoria tenía a una compañera de generación que iba en otro grupo que se llamaba Fany, de ella siempre dije que estaba loca. En la fiesta de graduación, una amiga de ella me dijo: Te voy a decir algo pero no te vayas a enojar, Fany dice que tu estás bien loco. Yo solté la carcajada y seguí con la algarabía de la fiesta. Años más tarde, ya de adultos, Fany y yo nos encontramos y nos dijimos lo que pensábamos de cada uno cuando estudiábamos el bachillerato, cómo nos reímos de eso aquella tarde en el hospital psiquiátrico.

Hasta el martes próximo estimado lector.

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