Por: Antonio León

La democracia actualmente se ve como un sistema lento, largo y tedioso, por eso la generación viral de información ligera se prefiere en lugar del proceso intelectual.

Los argumentos y razonamientos no tienen lugar en las redes sociales en donde lo superfluo fluye con mayor rapidez que lo reflexivo. El intento de combatir La era cibernética con argumentos reflexivos aislados está destinado al fracaso, porque esa forma de control es sumamente resistente al pensamiento intelectual. La democracia en tiempo real es una ilusión, los enjambres digitales no generan colectivos políticamente activos, porque provocan una despolitización generalizada, ningún quehacer democrático puede generarse a través de influencers, tiktokers o couchings. Un pensamiento discursivo sin la participación reflexiva deja de ser discursivo. El pensamiento político representativo se da sólo cuando el pensamiento reflexivo de otro está presente. En el discurso cualquier afirmación puede ser debatida, en las redes sociales no hay discurso ni debate, y el que lo quiere hacer es bloqueado o eliminado del grupo.

La crisis actual de comunicación discursiva, se debe al hecho de que el interlocutor está en vías de desaparición, y es la desaparición del otro lo que genera la desaparición del discurso. Los razonamientos no tienen lugar en la comunicación de las redes sociales, porque son más rápidas y fluyen más veces que los argumentos verdaderos. Antes de que el proceso de verificación se ponga en marcha, la noticia falsa o superflua ya ha producido su efecto mediante la velocidad en que es difundida. Un público politizado jamás se podrá generar mediante couchings, influencers o tiktokers. Los espacios de opinión están siendo reemplazados por cámaras de eco en donde sólo la voz del mediatizador estulto se replica.

Ya no estamos preparados para escuchar argumentos reflexivos. Las redes sociales están formando tribus de seguidores acelerando la desintegración de la sociedad, no se busca el intercambio de información trascendente, sino afirmar la personalidad de pertenencia a la tribu, los colectivos de seguidores rechazan cualquier tipo de diálogo reflexivo. El discurso se sustituye por la creencia, fuera de la tribu digital sólo hay enemigos de tu felicidad o estado de confort, ya no nos escuchamos unos a otros, por lo que poco a poco se va perdiendo el nosotros. El nihilismo actual es fruto de las distorsiones patológicas de la información que lleva a la pérdida paulatina de valores, la información circula ahora desconectada de la realidad. La información de las redes sociales está vacía de contenido, es adictiva y sectaria. Sin discurso, la sociedad se está desintegrando. Todos los valores sociales se están transformando en cuestiones meramente comerciales o de distracción. La mercancía es el individuo mismo, estamos ante una crisis narrativa social la cual generaba sentido de identidad. Hoy la sociedad está construida sobre la mentira. La información de las redes es efímera y superflua, y genera una sociedad autómata de fácil manipulación, por eso, defender la narrativa social desde todas las tribunas posibles a través de proyectos concientizadores, es un acto revolucionario de fundamental importancia.

Hasta el martes próximo estimado lector.

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