Por: Antonio León
Más que actos para mejorar las condiciones adversas por las que transitan la inmensa mayoría de las mujeres mexicanas, en especial las de Guerrero, y particularmente las de Iguala, las reuniones que se hacen por estas tierras para hablar del tema desde la exquisitez de un foro agradable, en compañía de presencias sofisticadas, más bien parecen eventos para el lucimiento personal, para hacerse publicidad, agarrar unos minutos de fama y medio salir del anonimato.
Mientras que en esas pasarelas de vanidades y egocentrismos se indignan cómodamente por el maltrato a las mujeres, miles de ellas en el municipio viven una existencia por demás dramática, que no les servirán de nada esas palabras vibrantes de cómoda indignación que apenas si llegan a unas cuantas personas que jamás harán nada verdaderamente sustancial para ayudar a esas mujeres en desgracia.
Les servirá de algo que se desgarren las vestiduras por ellas en estos foros a cargo de personajes distinguidos, ¿a las mujeres que trabajan de sol a sol en el campo?, ¿a las que trabajan de empleadas de mostrador?, ¿a las que trabajan en las fábricas de ropa?, ¿a las que trabajan de intendentes?, ¿a las que trabajan de sirvientas?, ¿a las que trabajan de albañiles?, ¿a las que trabajan en las tortillerías?, ¿a las que trabajan de meseras? Como dijera el sociólogo italiano Antonio Gramsci: por muy revolucionaria que sea una idea si no se lleva a la práctica no sirve de nada.
Después de uno de esos foros leí que se dijo: “se mostraron muchos beneficios para ellas. Fue muy enriquecedor escucharlos a todos. Fue un honor compartir ese espacio con personas tan sensibles sobre este tema. Se habló de igualdad, inclusión, diversidad, ¡vamos avanzando! Que gratificante fue participar en este foro, ojalá que haya muchos más como este en beneficio de las mujeres. Enorme es el trabajo que se está haciendo en estos foros por los nuevos tiempos de las mujeres”.
¡Maldita sea!, y las mujeres proletarias que no se dan cuenta de todo lo que están haciendo estas finísimas personas por ellas, que de tanto hablar y hablar ya les duelen sus finas gargantitas, ojalá y que a los sacrificados participantes les hayan dado siquiera una botella de agua, que es lo menos que se merecen estos adalides de la indignación exquisita.
Mientras las y los notables que se desgarran las vestiduras por los derechos de las mujeres en foros vanidosamente gratificantes, las mujeres proletarias cada día que pasa no les alcanza el sueldo junto con el de su marido para adquirir lo básico que requiere su familia, cada día se levantan con dolor de cabeza y un sabor amargo porque a pesar de lo mucho que trabajan su salario nunca les alcanza para mejorar ni siquiera un poco, cada día a darle el mismo desayuno a su familia: café negro con medio bolillo y su ración de frijoles, cada día a salir al trabajo y ver la colonia jodida donde viven, sin drenaje, sin red de agua potable, sin pavimentar y sólo algunas casas con luz.
Ojalá y algún día no muy lejano estos foros de voces exquisitas que se las lleva el viento, presenten un proyecto concreto para mejorar de verdad la vida de las mujeres proletarias, mientras tanto, como dice el poema de León Chávez Teixeiro: se va la vida, se va al agujero, como la mugre en el lavadero.
Hasta el próximo martes estimado lector, o hasta el próximo foro exquisito a favor de las mujeres proletarias, usted dirá.