Por: Antonio León

Al régimen de la información que controla y desinforma al ciudadano a través de las redes sociales, y que lo hace parecer como libertad informática, el filósofo sur coreano Byung Chul Han, lo ha llamado LA INFOCRACIA. En la actualidad, la información se procesa mediante algoritmos (algoritmo: secuencia de pasos básicos y definidos para resolver un problema), que, sumados a la inteligencia artificial, determinan el proceso decisivo, para distorsionar los procesos sociales, económicos y políticos de nuestro tiempo.

Hoy, en lugar de explotar el trabajo y energía de la gente, lo que se explota es la información y los datos. Estamos ya en el capitalismo de la información que deriva en el de la vigilancia, en donde se degrada a los humanos a la condición de datos y sujetos de consumo. En el devenir de la Historia, toda forma de dominación, ha tenido su propia política de visibilización, en el antiguo régimen político, el espectáculo era el medio para dominar a las masas, y el espacio público su escenario, era un poder que se dejaba ver totalmente, coreografiando la represión explícita para impresionar y amedrentar al ciudadano (un ejemplo: la masacre del 2 de octubre de 1968 en Tlatelolco). En ese régimen, el poder se expandía en toda su magnitud a la mirada de todos, que eran sometidos por la fuerza de manera pública.

En el régimen moderno, la dominación se presenta a través de una sociedad digitalizada, y aquellas demostraciones espectaculares de poder, dejan paso a las oscuras burocracias de vigilancia cibernética, aquí la visibilidad se invierte por completo. Los que ejercen el poder se vuelven invisibles, mientras los sometidos son visibilizados de manera digital sin que puedan ocultar nada.

En la actual sociedad de la información, dominan las redes abiertas, que son conocidas como autopistas de la comunicación, y es esa presencia protagónica lo que se convierte en el medio de dominación, utilizando los datos de los ciudadanos como eficaz herramienta para vigilar y controlar a la sociedad en general. La paradoja es que, en el actual dominio de la sociedad de la información, las personas ya no se sienten vigiladas sino libres, y esa sensación de liberación es la que asegura su dominación. Son libres para decidir quién se apropia de sus datos.

En el régimen de la información las personas son materialmente transparentes, y se esfuerzan por alcanzar esa trasparencia por sí mismas, dando como resultado la transparencia que el poder necesita, entonces el hecho ser transparente se torna en una necesidad para el ciudadano. Todos deben ser transparentes, la información particular debe ser transparente, lo único que no es transparente son los mecanismos de manipulación del poder y los que ostentan el poder mismo.

Hasta el próximo martes estimado lector.

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