Por: Antonio León

Andrés Manuel López Obrador, estuvo durante doce años consecutivos recorriendo el país llevando el mensaje de que él sería su salvador, lo curioso es que lo hizo con dinero del propio pueblo, además de que se asignó un salario cincuenta mil pesos mensuales de los mismos recursos populares, ofreciéndoles el paraíso que prometen las religiones, pero con la diferencia de que él se los ofrecía aquí en la tierra sin ningún esfuerzo ni sacrificio, solamente con llevarlo a La Presidencia de La República a través de su voto que no les costaba aparentemente ni un peso.

El pueblo está contento con los pocos bienes que les ha otorgado AMLO, como las becas a los NINIS, becas a los estudiantes, la pensión a adultos mayores, pero ¿y en los demás aspectos económicos, de salud y educación del país?, bueno pues ahí no hay avance y si en muchos casos retroceso. Pero como a los fanáticos se les ha condicionado para aceptar sus pírricos beneficios sin razonar sobre el contexto político, económico y social del país, no se dan cuenta de que el costo es más caro del beneficio que obtienen de manera individual.

Cada año del gobierno de Andrés Manuel se gastan más de tres mil millones de pesos mensuales para el salario de los NINIS, sin que se haya obtenido ningún resultado que resuelva el desempleo en este sector de la población, tan es así que en cuatro años no hay ningún informe de resultados sobre este proyecto. El aumento del monto y del número de becas a los estudiantes, se obtuvo de reducir el presupuesto federal a la educación, o sea, tapó un hoyo, pero para eso tuvo de destapar otro. En salud las deficiencias están a la vista, desabasto de medicamentos (recordemos la falta de medicinas para los niños con cáncer), tan deficiente es este aspecto en el gobierno de López Obrador, que en las clínicas del ISSSTE, no hay ni siquiera insumos para realizar un simple análisis clínicos. En lo que respecta al hermoso programa de Pensión para Adultos Mayores, resulta que el gasto operativo que genera año con año dicha pensión, supera en un 31 % a lo que se gastaba en los programas anteriores: Oportunidades y Progresa.

En este tipo de sistemas populistas, el individuo se subordina por sí solo, sin necesidad de la represión, lo hace como un acto de fe como en la religión, o como una identificación enfermiza tal y como se hace con los equipos de futbol o en las estrellas del espectáculo. Esta estrategia política amansa (o amensa) al ciudadano a través de pequeños favores o satisfacciones mínimas pero constantes, que los hacen dependientes de las migajas que les da el poder.

El sujeto sometido de esta manera no es consciente de su sometimiento, y cuando se manifiesta en masa, cree que paga favores, como cuando se hace penitencia por beneficios religiosos supuestamente obtenidos o por obtener. Esto genera un absoluto conformismo, ¿para qué exigir mejor desarrollo social si con lo que me dan de manera individual estoy bien sin el mínimo esfuerzo productivo?

Este sistema de dádivas publicitadas a su máxima expresión, ha generado ciudadanos aislados ideológicamente, sin la mínima conciencia de clase, creyendo la verdad del gobierno sin analizarla en el contexto del desarrollo social, que en el país está estancado. Las necesidades del pueblo son comercializadas con una mínima inversión y con un dispendio administrativo descomunal, utilizando a la pobreza como capital político, lapidando contundentemente a cualquier intento de ideología revolucionaria.

Hasta el martes próximo estimado lector.

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