Por: Antonio León
Está siendo desplazada la acción en la que existían seres humanos distintos, para dar paso a la totalidad social, es decir, hoy todos deben de ser iguales. El exceso de tiempo que se pasan los individuos en las redes sociales, principalmente en los espacios electrónicos de los falsos comunicadores (porque no comunican, sino sólo saturan al auditorio de información superflua), lanza a todos a la igualdad virtual, desvaneciéndose la autenticidad entre una y otra persona, para establecer una igualdad falsa y enajenante, es decir que, en las redes sociales debes de pensar igual que todos, lo mismo en cuanto a lo que dices y en tus preferencias también, de lo contrario serás marginado y hasta eliminado de algún grupo.
En la actualidad ya no hay opiniones y debate público, hoy existe de manera aplastante el concepto de “seguidores”, sujetos sin criterio propio, porque todos deben de ser lo mismo para encajar en el grupo. Todos son como yo y yo soy como todos. Todos piensan como yo y yo pienso como todos. Nadie debe de ser distinto si no quiere ser marginado. En este tipo de sociedad no hay argumentos, sólo el eco de lo que todos repiten sin razonar, se crea la falsa idea de que siendo todos iguales no se sufre porque no hay discrepancias que lleven a ningún tipo de conflicto, ya que se tiene el espejismo de la igualdad humana que te debe hacer feliz.
El razonamiento nos conduce a forjarnos una personalidad distinta a la de los demás, y a una autenticidad de nuestro propio yo. El pensar de manera reflexiva rompe con la igualdad virtual degradante y nos permite acceder a lo distinto, que es la característica original de los seres humanos, recordemos que antes se decía: cada cabeza es un mundo. Ahora el mundo es una serie de enjambres digitales que igualan a sus miembros en la estulticia.
La moda conductual de “todos iguales”, excluye y expulsa del grupo a quienes se atreven a disentir de un pensamiento globalizado. Hoy son muy pocos los que se expresan a través de argumentos, ahora la mayoría lo hace solamente a través del conformismo: soy y pertenezco en la medida en que me comporto como las mayorías sin la mínima reflexión.
Las redes sociales nos muestran como los individuos que cada vez presentan un mayor vacío interior, lo que ha traído como consecuencia la pérdida de la solidaridad real, porque cuando se trata de apoyo virtual todos le dan “like” a la convocatoria, pero cuando se requiere de la presencia física pocos acuden al llamado.
Entre sujetos pensantes debe haber discrepancias para poder llegar a conclusiones razonadas, hoy en día el razonamiento se ha sustituido por un simple “me gusta”. En estos tiempos de hipercomunicación virtual, se suprimen los espacios de reflexión, por otros en los que e se pueden decir boberías y tendrán automáticamente cientos o miles de likes.
La comunicación digital iguala de manera estulta tanto a unos con otros, y va en camino a desaparecer al individuo como tal. Es un error creer que entrar en conflicto intelectual es negativo, porque la madurez se consigue trabajando para superar los conflictos. Así que, si no leemos y participamos en el debate público del desarrollo social, estaremos condenados a ser un simple enjambre digital, maleable a capricho y conveniencia de los que tienen el poder virtual.
Hasta el martes próximo estimado lector.