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Moscú, Rusia. Tras una serie de derrotas del ejército ruso en varios frentes en Ucrania, Moscú adoptó un cambio de estrategia para intentar invertir la tendencia: una serie de ataques contra las centrales eléctricas ucranianas, con el invierno a la vuelta de la esquina.


Desde octubre, las fuerzas rusas lanzaron una operación con salvas de misiles y cientos de drones iraníes por toda Ucrania, especialmente en la capital Kiev, logrando paralizar cerca de un 40% del sistema eléctrico del país.


«Es imposible sobrevivir cuando no hay calefacción, agua y luz», declaró esta semana el diputado ruso Andrei Guruliov, tras los ataques contra las infraestructuras ucranianas.


Para la presentadora rusa Olga Skabeyeva, un rostro de televisión afín al Kremlin, «no había otras opciones».


Los analistas militares rusos aplauden también esta estrategia, afirmando que se debió aplicar desde el inicio de la invasión lanzada el 24 de febrero.


«Esto debería haberse hecho desde el primer día, no después de ocho meses», afirmó Alexander Jramchijin, un analista militar ruso consultado por la AFP.


Para él, «la ventaja de este tipo de estrategia es que paraliza la economía y en gran medida a las fuerzas armadas», todo ello «sin riesgo» para Rusia.


«Quizás vamos a odiarlos aún más»
En Ucrania el impacto en las instalaciones eléctricas es considerable, especialmente en zonas alejadas del frente.


Según los servicios de emergencia ucranianos, más de 4.000 ciudades, pueblos y localidades sufrieron cortes de electricidad esta semana.


La presidencia ucraniana calificó la situación como «crítica» y el jueves las autoridades impusieron restricciones al consumo eléctrico en todo el país.


Por el momento, los ucranianos están aguantando.

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