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Estados Unidos. El neoliberalismo ha detentado el reinado supremo como filosofía económica durante casi medio siglo. Pero las políticas neoliberales han causado estragos en el mundo al revertir las ganancias que se habían logrado con el capitalismo después de la Segunda Guerra Mundial.

El neoliberalismo da resultados a los ricos y a las enormes corporaciones, pero sus fracasos van más allá de lo económico.

Se extienden hacia lo político como un proceso de colapso social con la participación de fuerzas amenazantes que prometen el regreso de glorias pasadas.

Esto es el impulso básico de los movimientos y partidos neofascistas en el mundo actual y el neoliberalismo ha creado las condiciones para que resurja el extremismo de extrema derecha, como lo explica Noam Chomsky en esta entrevista exclusiva con Truthout.


GUERRA DE CLASES SIN FRENO
–(C. J. Polychroniou) Noam, desde hace más de 40 años las políticas neoliberales han sido responsables de los crecientes índices de desigualdad. ¿Cuál es la actual conexión entre el neolibaeralismo y el neofascismo?


–(Noam Chomsky) Una consecuencia de las políticas neoliberales socioeconómicas es el colapso del orden social que lleva al caldo de cultivo del extremismo, violencia por odio y la búsqueda de chivos expiatorios. Es un terreno fértil para que las figuras autoritarias adopten la postura de salvadores y así estamos en camino hacia el neofascismo.


“El actual modelo político abrió de par en par las puertas a los amos de la economía quienes también dominan al Estado en busca de ganancias y poder con muy escasas restricciones. En pocas palabras: conduce a una guerra de clases sin freno.
“Un componente de las políticas es una forma de globalización que combina un proteccionismo extremo hacia los amos que buscan las peores y más baratas condiciones de trabajo para tener las máximas ganancias posibles. El resultado con amplios cinturones de pobreza en sus países de origen. Estas son decisiones que se toman de acuerdo con una política de negocios, no de una necesidad económica.


“Otra consecuencia derivada del ‘neoliberalismo real existente’ es la rápida financiarización de la economía que permitió que operaciones fraudulentas para obtener ganancias inmediatas carecieran de riesgo. Los riesgos desaparecen porque el Estado poderoso interviene radicalmente en el mercado para ofrecer extrema protección a los acuerdos comerciales y hace lo mismo al rescatar a los amos cuando algo les sale mal. El resultado, comenzando por Reagan, es lo que los economistas Robert Pollin y Gerald Epstein llamaron ‘la economía bajo fianza’, que permite a la guerra de clases neoliberal proceder sin riesgo de un fracaso ante los castigos de los mercados.


“La guerra de clases arrancó de manera muy natural, cuando se atacó a los sindicatos, el principal medio de defensa de los trabajadores. Las primeras leyes de Reagan y Thatcher fueron vigorosos asaltos a los sindicatos e invitaciones al sector corporativo a unirse y moverse más allá, muchas veces de maneras que son técnicamente ilegales, pero eso no es problema para los estados neoliberales a los que dominaron.


“La guerra de clases neoliberal ha sido un gran éxito para quienes la diseñaron. Los demócratas abandonaron a la clase trabajadora y la entregaron a manos del enemigo en los 70, y se convirtieron el partido de profesionales acomodados y donantes de Wall Street. En Inglaterra, Jeremy Corbyn estuvo cerca de revertir el declive del Partido Laborista que se estaba convirtiendo en ‘Thatcher Light’. El establishment británico a todos niveles movilizó a sus fuerzas y se adentró aún más en la cloaca para aplastar su esfuerzo de crear un partido de auténtica participación dedicado a los intereses de los trabajadores y los pobres. Una afrenta intolerable para las buenas costumbres. En Estados Unidos, a Bernie Sanders le ha ido un poco mejor, pero no ha sido capaz de romper el yugo clintonita que controla al Partido Demócrata. En Europa, los partidos tradicionales de izquierda prácticamente han desaparecido.


“El terreno está bien preparado para el surgimiento del neofascismo que llene el vacío dejado por la implacable guerra de clases y la capitulación de las instituciones políticas convencionales que hubieran podido combatir a la plaga.”

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