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Estados Unidos. La economía estadunidense está plagada de inflación y sufre las consecuencias de la guerra de Rusia en Ucrania, pero no está en recesión. Ese es el mensaje de los funcionarios de la Casa Blanca.


La secretaria del Tesoro, Janet Yellen, el asesor económico Brian Deese y la secretaria de Comercio, Gina Raimondo, se han pronunciado en los últimos días antes de los datos del jueves que pueden mostrar que el Producto Interno Bruto (PIB) se contrajo de abril a junio.


El pronóstico del PIB del Banco de la Reserva Federal de Atlanta sugiere una disminución del 1.6%. Esto marcaría el segundo trimestre consecutivo de caídas del PIB.


Si bien una regla empírica general sostiene que dos trimestres consecutivos de caídas del PIB indican una recesión, el sólido mercado laboral de Estados Unidos implica que éste puede ser el raro momento en que este dato no es suficiente para que los expertos declaren que la economía más grande del mundo está en recesión.


El rechazo de la Casa Blanca a las declaraciones sobre la recesión va más allá de la semántica. Hablar de recesión puede convertirse en una profecía autocumplida cuando las empresas y los consumidores, preocupados porque se avecinan tiempos más difíciles, recortan los gastos y los planes de inversión.


La economía es lo más importante para muchos votantes antes de las elecciones intermedias del 8 de noviembre que decidirán si el Partido Demócrata del presidente Joe Biden retiene el control del Congreso.


«No vamos a estar en una recesión», dijo el propio Biden a periodistas el lunes. «Mi esperanza es que pasemos de este crecimiento rápido a un crecimiento constante».


Aun así, una contracción del PIB probablemente exacerbaría los temores de que Estados Unidos se dirige hacia o está en medio de un retroceso económico y preocuparía a los votantes que ya luchan con facturas más altas de comestibles y gasolina.


Los funcionarios de la Casa Blanca creen que la debilidad del PIB se debe a factores extraordinarios, incluido un declive en el reabastecimiento de inventarios por parte de las empresas, que puede no reflejar tendencias más amplias.


«Estamos viendo señales de desaceleración en la economía, pero en una dirección hacia un crecimiento positivo con una inflación más baja, consistente con el tipo de transición que nos gustaría ver», dijo un funcionario de alto rango del Gobierno. Combatir la inflación más alta en 40 años es fundamental para la estrategia de Biden, agregó.

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