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Franja de Gaza.

En el hospital Al Najjar, en la ciudad fronteriza de Rafá, restos despedazados de partes corporales llegaron en bolsas con números garabateados encima. Escritos por los primeros socorristas que acababan de sacarlos de los escombros, los números significaban la cantidad estimada de personas que podrían estar en cada bolsa.

Las partes machacadas de carne humana están tan dañadas que «era imposible identificarlas con propiedad», refirió Amjed, residente de la ciudad, quien visitó el hospital este lunes. Anduvo de un hospital en otro, de un sitio bombardeado a otro, tratando de encontrar desaparecidos entre los muertos, después del feroz ataque nocturno israelí contra la ciudad.


«Los primeros cuerpos en llegar a los hospitales eran todos niños y mujeres. Había demasiados cuerpos tapizando el suelo», declaró a The Independent. «La escena era catastrófica. Vi pedazos de niños».
A otros menores los trasladaron a los hospitales en autos de civiles, sin sus familiares, “cubiertos de sangre y polvo.

«Traté de preguntarle a un muchacho cómo se llamaba para encontrar a su familia. No podía hablar y temblaba mucho.»


Durante la noche y hasta la mañana de ayer, Israel lanzó un ataque por tierra y aire sobre Rafá, para liberar a dos rehenes argentino-israelíes retenidos ahí por militantes de Hamas. Los dos hombres –identificados como Fernando Simón Marman, de 60 años, y Louis Hare, de 70–, están entre las 250 personas que Hamas capturó durante su sangriento ataque en el sur de Israel el 7 de octubre, que desencadenó la guerra israelí en Gaza.


Los militares israelíes dijeron haber incursionado en un departamento de un segundo piso usando explosivos, trenzándose en batallas a balazos con quienes mantenían a los cautivos, y luego lanzaron ataques aéreos para permitir la salida de sus tropas.


«Sólo la presión militar continua, hasta la victoria total, logrará la liberación de todos nuestros rehenes», afirmó el primer ministro Benjamin Netanyahu ayer temprano. «No perderemos ninguna oportunidad de traerlos a casa».


Funcionarios del ministerio palestino de Salud informaron que en el bombardeo perecieron al menos 67 palestinos, entre ellos mujeres y niños. Residentes de la ciudad contaron que escucharon docenas de explosiones por toda la ciudad, y que tres mezquitas y una docena de casas habían sido atacadas.


Ahora, muchos en Rafá temen que sea el principio de un ataque más amplio. Youssef*, de 35 años, quien fue forzado a dejar su hogar en el norte de Gaza y ahora vive en una tienda de campaña en el patio de una escuela primaria, señaló que las familias se preocupan de que los rehenes sean «una razón para justificar la invasión de Rafá», plan que Israel se ha obstinado en llevar adelante, pese al clamor mundial.

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