Netza I. Albarrán Razo- Enviado especial
Ciudad del Vaticano, Abril 25.- El funeral de un Papa no es simplemente un acto religioso, sino un evento profundamente cargado de simbolismo y significado histórico. Cada uno de los rituales que lo componen tiene la finalidad de honrar la vida, el legado y la misión espiritual de quien fuera el máximo líder de la Iglesia Católica. Estas ceremonias desarrolladas a lo largo de los siglos, reflejan no solo la tradición de la Iglesia, sino también el impacto que los Pontífices han tenido en millones de fieles alrededor del mundo.
En el caso del Papa Francisco, su funeral conserva algunos rituales tradicionales, pero también está marcado por gestos que reflejan su estilo personal, caracterizado por la humildad y la sencillez. Uno de los elementos más significativos dentro del protocolo funerario, es la colocación de monedas dentro del ataúd. Estas monedas no son simples objetos decorativos, fueron acuñadas durante los años de su pontificado y representan, de forma tangible y simbólica, el tiempo exacto que el Papa Francisco ejerció su liderazgo al frente de la nave de Cristo.
La ceremonia de colocación de las monedas, se lleva a cabo antes de que el ataúd sea sellado definitivamente. En este acto solemne, el rostro del Papa es cubierto con un velo blanco de seda, lo cual representa la esperanza viva de que él pueda contemplar la figura de Dios Padre, de la Virgen María y de todos los Santos. Posteriormente, el maestro de ceremonias introduce una bolsa de tela en cuyo interior se encuentran las monedas, mismas que tienen cada una un valor representativo distinto, dependiendo del metal con el que fueron acuñadas. Las de oro corresponden a los años que duró su pontificado, es decir, una por cada año en que el Papa Francisco lideró la Iglesia Católica. Las de plata representan los meses transcurridos desde el último aniversario de su elección como Pontífice, mientras que las de bronce indican los días adicionales. Esta disposición permite rendir un homenaje exacto al tiempo de su ministerio papal, desde su elección en 2013 hasta su fallecimiento en 2025.
Junto a las monedas, se colocan también otros objetos con gran carga simbólica dentro del ataúd, como un pergamino que contiene un resumen detallado de los Papas, en este caso sobre Francisco. Dicho documento busca dejar constancia de los momentos más relevantes de su labor pastoral, sus decisiones más importantes, así como su legado espiritual y humano.
No obstante, más allá del protocolo tradicional, es importante recordar que el propio Papa Francisco expresó en vida su deseo de tener un funeral sencillo, acorde con la austeridad que siempre lo caracterizó. En su testamento, fechado el 29 de junio de 2022 y hecho público el pasado 21 de abril de 2025, dejó claras sus instrucciones respecto a su entierro. A diferencia de la tradición que dicta que los Papas sean sepultados en las Grutas Vaticanas o en la Necrópolis Vaticana, lugares donde se cree que descansan los restos del Apóstol San Pedro, Francisco solicitó ser enterrado en la Basílica de Santa María la Mayor, en Roma, lugar al que acudió en múltiples ocasiones durante su pontificado para rezar y pedir a la Virgen por la paz del mundo.
Con esta decisión, el Papa Francisco reiteró, incluso en la muerte, su vocación por lo simple y lo cercano al pueblo, rompiendo con ciertas formalidades sin abandonar el profundo respeto por la tradición. Así, su funeral se convierte no solo en un acto de despedida, sino en una extensión coherente de su mensaje de humildad, servicio y entrega.