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Montecarlo, Mónaco, El Estadio Luis II de Montecarlo cargaba con el recuerdo de 2017. En aquella edición, el Mónaco eliminó al Manchester City en los octavos de final con Kylian Mbappé y Radamel Falcao como figuras. Ocho años después, Pep Guardiola regresaba al mismo escenario con un equipo mucho más consolidado.


El resultado para los de Guardiola fue amargo. Un empate sobre la hora que les arracó su tercer triunfo en la Champions League. Un mal sabor de boca que tendrán en su regreso a Inglaterra.


El encuentro se abrió temprano. Erling Haaland anotó al minuto 15 tras un pase profundo que el delantero noruego recibió para definir por arriba del guardamenta Philipp Köhn.


El Mónaco reaccionó con orgullo. Jordan Teze empató al minuto 18 con un bombazo fuera del área. Su gol encendió a la tribuna y devolvió la intensidad al duelo.


Antes del descanso, Erling Haaland volvió a aparecer.
En el minuto 44 conectó un cabezazo impecable para adelantar de nuevo al Manchester City. Un doblete que por mucho tiempo pensaron sería suficiente para tomar los tres puntos.


El segundo tiempo fue un monólogo del equipo inglés. El Manchester City controló el 71 de la posesión y generó 18 disparos. Phil Foden se movía entre líneas y Rodri imponía orden en el medio campo, pero el arco de Philipp Köhn resistía.


Cuando parecía que la victoria visitante estaba asegurada, el partido encontró su desenlace dramático. En el minuto noventa, una falta fue sancionada como penal. Eric Dier asumió la responsabilidad y ejecutó con frialdad. Su disparo viajó al lado derecho.


El empate 2-2 fue celebrado como un triunfo por el público local. Para el Mónaco, significó un acto de resistencia frente a un rival superior. Para Pep Guardiola y su Manchester City, el resultado dejó la sensación de una oportunidad desperdiciada en la fase de grupos.