Ciudad de México (México) es una de las ciudades más afectadas con la afluencia del tránsito vehicular, acompañados de San Salvador (El Salvador), Shangai (China), Los Ángeles (Estados Unidos), Bogotá (Colombia), Río de Janeiro (Brasil) y Madrid (España).  

El tránsito vehicular, o comúnmente llamado como tráfico, es el fenómeno causado por el flujo de vehículos en una vía, calle o autopista. Es un problema que aumenta en gran parte del mundo y sigue agravándose, constituyendo un peligro que se centra en la calidad de vida urbana. Se manifiesta en la progresiva reducción de las velocidades de circulación, que es traducido en mayor tiempos de viaje, de consumo de combustible, entre otros. 

Esta problemática es causada principalmente por el uso intensivo de automóviles, propiedades que han ido en aumento durante las últimas décadas en América Latina. Debido a que es un medio de transporte que posee grandes ventajas y facilita la movilidad personal, otorga sensaciones de seguridad y un estatus mayor especialmente en países en vías de desarrollo. Sin embargo, no es tan eficiente para trasladarse durante las horas puntas porque ocasiona un tráfico excesivo y se pierde más tiempo, situación que se agrava y va en incremento. 

Ciudad de México (CDMX) es una de las metrópolis más congestionadas del planeta y se estima que tiene el peor tráfico del mundo, de acuerdo con el Índice TomTom Traffic 2017. 

Este índice de tráfico TomTom se publica para proporcionar información imparcial sobre el nivel de congestión en zonas urbanas a los conductores, la industria y las responsables políticas, poniendo el problema en contexto y ofreciendo ideas para ver la forma de aliviar la realidad problemática. Los resultados explican que las personas que circulan en CDMX pasan un total de 227 horas al año enfrascados en el tráfico. 

Esta situación tiene consecuencias en el estado de ánimo de muchas personas afectando también su salud física donde además, pueden sufrir problemas de ansiedad, estrés, depresión, y en algunos casos hasta neurosis. 

Por esta razón, muchas personas deciden buscar distracciones para alivianar el tiempo durante el tráfico. Desde escuchar música, ver series, utilizar dispositivos móviles o jugar son algunas de las prácticas más comunes que realizan. 

Basta contar con un buen equipo de sonido o unas bocinas bluetooth que permitan aislarte del exterior para sobrellevar esos segundos, minutos u horas de atasco. El objetivo, es no dejar que ningún estado de salud negativo, como el estrés, se genere como consecuencia. 

Según diversos estudios, el estrés modula la forma de conducir de las personas y puede ser un agente causal de los choques. Esta posición se describe como un estado de fatiga física y psicológica. El tráfico masivo contribuye en el incremento de los niveles de ansiedad. 

Y no es para menos. Las personas pasan entre tres y tres horas y media todos los días -ida y vuelta- para llegar al trabajo y volver a casa por asuntos del tráfico, se atribuyó un término definiendolos como los “workilómeters”. 

Los workilómeters representan por lo menos el 10 % de trabajadores que viven en zonas como el Valle de México. Las estadísticas muestran que los afectados pasan: 

-Tres horas y media aproximadamente en transportarse. 

-Un promedio de 14 horas y media a la semana debido al agotamiento del tráfico. 

-70 horas al mes entre situaciones de presión y prisa por llegar a tiempo a sus centros laborales. 

-Un total de 35 días perdidos al año por motivos de la circulación vehicular. 

Esta realidad problemática también influye en la productividad de los trabajadores en un 28 y 30%, duplica el riesgo de tener problemas de obesidad, eleva las situaciones de presión mental y puede generar periodos de crisis a causa de enfermedades preexistentes como hipertensión o diabetes, según Carmen Ramírez, especialista del despacho Servicios Integrales en Psicología.   

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