Por: Servicios AINI
Ciudad de México, Febrero 13.- El majestuoso Altar de la Gran Acrópolis, una de las mayores expresiones de la civilización maya, fue el sitio histórico que se eligió para condecorar al presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel. Satisfecho de la presencia de su homólogo, Andrés Manuel López Obrador planteó que el modelo de relaciones impuesto en la región se ha agotado, es anacrónico. “Es tiempo de expresar y de explorar otra opción, la de dialogar con los gobernantes de todos los países, en especial con los gobernantes estadunidenses, convencerlos de que una nueva relación es posible”.
Más tarde, en Campeche, durante la reunión bilateral pública en materia de salud, López Obrador ofreció a Díaz-Canel que México encabezará un movimiento más activo para unir a todas las naciones y defender la independencia y soberanía cubanas. “Nada de darle trato de país terrorista o ponerlos en la lista negra de supuestos terroristas. Es un pueblo y un gobierno profundamente humano”.
Durante la ceremonia de la condecoración, Díaz-Canel no ocultaba la satisfacción de recibir la Orden del Águila Azteca, en grado de Collar, el nivel máximo, que le confería su amigo López Obrador, rubricando la intensificación de los vínculos bilaterales. En su discurso, tras ser galardonado, manifestó su profundo reconocimiento al pueblo de México y su admiración e interés por la “amplia propuesta transformadora que defienden”.
Signo de los tiempos que corren en los nexos México-Cuba, un prolongado y fraternal abrazo entre los dos selló la nueva era en las relaciones bilaterales. Expresión de lo que en mayo pasado tuvo ya, en La Habana, una primera muestra con la condecoración José Martí que recibió entonces López Obrador en el Palacio de la Revolución.
Nueva Numancia
Breve discurso del mandatario mexicano a manera de “postdata” al decreto presidencial publicado en el Diario Oficial de la Federación. Una nueva condena al modelo hegemónico estadunidense en el continente fue el preámbulo para exponer que “por su lucha en defensa de su soberanía, el pueblo de Cuba, representado por su presidente, merece el premio a la dignidad y esa isla debe ser considerada la nueva Numancia”.
Urgió al gobierno de Estados Unidos a levantar, lo más pronto posible, el injusto e inhumano bloqueo contra la isla, y citó las palabras de George Washington: las naciones no pueden aprovecharse del infortunio de otros pueblos.
Además, López Obrador condenó las infructuosas votaciones en la Organización de Naciones Unidas contra el bloqueo sin que nunca pase nada más.
Emocionado por la ceremonia –donde volvió a insistir en la imperiosa necesidad de dejar atrás las añejas políticas de dominación para plantear un nuevo modelo de integración continental–, rubricó su discurso con una arenga: “¡Qué viva Cuba libre y soberana! ¡Qué viva nuestra América! ¡Qué viva la fraternidad universal!”
En la plaza central de la zona arqueológica, considerada patrimonio de la humanidad, las dos comitivas escucharon los discursos que patentizaron la confluencia de visiones, la posición compartida de que la relación bilateral es una de las más sólidas en el continente.
Al determinar que la ceremonia se efectuara en ese lugar se tuvo un doble propósito, pues también permitió una supervisión rápida de los avances del Tren Maya en la estación de Edzná. “Es impresiónate este proyecto”, definió en una frase Díaz-Canel sobre una de las obras emblemáticas de López Obrador, en la que Cuba aporta 20 mil toneladas de roca de balasto para su construcción.