Por: Servicios AINI
Ciudad de México, Julio 7- En 1976, las sondas Viking de la NASA se posaron por primera vez sobre la superficie de Marte. Llevaban consigo una misión audaz: buscar señales de vida. Aunque no encontraron evidencia concluyente, dejaron abierta una pregunta que ha intrigado a generaciones de científicos: si Marte tuvo agua, ¿por qué no albergó vida? Décadas después, esa misma pregunta sigue sin una respuesta clara. Pero un nuevo estudio publicado en Nature da un paso crucial para desentrañar este enigma.
El descubrimiento proviene de los datos recogidos por el rover Curiosity en el cráter Gale, un sitio con una historia geológica rica y compleja. El hallazgo de minerales carbonatados en concentraciones más altas de lo esperado ha abierto la puerta a una hipótesis provocadora. ¿De qué se trata? Pues que Marte pudo haber destruido, sin querer, sus propias oportunidades de ser habitable. Esta hipótesis se basa en un delicado equilibrio entre el dióxido de carbono, el agua líquida y la formación de carbonatos, que habría convertido al planeta rojo en un lugar con «oasis breves» pero incapaz de sostener vida de manera continua.
El nuevo estudio, liderado por Edwin S. Kite y un equipo internacional de científicos, plantea que Marte sufrió un proceso de autorregulación climática que limitó radicalmente la presencia de agua líquida en su superficie. El mecanismo es contraintuitivo: cuando aumentaba la radiación solar, se facilitaba el deshielo de nieve y aparecía agua líquida, pero ese mismo proceso permitía la formación de carbonatos, que secuestraban dióxido de carbono de la atmósfera. Al disminuir el CO₂, bajaba la temperatura y el agua desaparecía nuevamente. Esta reacción en cadena, descrita como un feedback negativo, habría generado un patrón de intermitencia: breves episodios húmedos seguidos de largos periodos de aridez.
Según los autores, «la formación de carbonatos, modulada por el aumento del brillo solar y las fuerzas orbitales caóticas, mantiene oasis intermitentes de agua líquida superficial distribuidos de forma desigual». En otras palabras, Marte nunca tuvo un clima estable como el de la Tierra, sino que alternó entre condiciones marginalmente habitables y fases prolongadas de sequedad total. Esta dinámica climática habría hecho casi imposible el desarrollo sostenido de organismos vivos en su superficie.
Evolución del clima de Marte en cinco simulaciones distintas a lo largo de los últimos 3.500 millones de años. En cada gráfico, el área azul representa los breves momentos en los que hubo agua líquida en la superficie, mientras que el área roja indica periodos demasiado fríos o secos para que el agua se mantuviera. La línea negra muestra cómo la presión atmosférica fue disminuyendo progresivamente, y la línea roja marca los cambios en la inclinación del eje del planeta, un factor clave para activar fases de deshielo. El resultado es claro: Marte tuvo condiciones marginalmente habitables, pero de forma muy esporádica y cada vez más limitada. Fuente: Nature
El papel de los carbonatos: guardianes silenciosos del CO₂
En la Tierra, los carbonatos cumplen una función fundamental en la regulación del clima. Actúan como una esponja que atrapa dióxido de carbono, ayudando a mantener una temperatura estable. Pero en Marte, este proceso habría sido demasiado eficaz y carente de un contrapeso natural. El planeta rojo carece del tipo de vulcanismo activo que, en nuestro mundo, libera CO₂ de nuevo a la atmósfera y permite cerrar el ciclo climático.
El estudio analiza específicamente las muestras de rocas recogidas por el Curiosity, que contienen entre 5 y 11 % en peso de carbonatos ocultos o “crípticos” —así llamados porque no eran detectables desde la órbita—. Estas concentraciones son suficientes, según el modelo climático desarrollado por el equipo, para justificar la pérdida de una atmósfera marciana más densa. “La abundancia de carbonatos crípticos reportada por Curiosity, multiplicada por el volumen global de roca sedimentaria, equivale aproximadamente a lo necesario para secar Marte”, afirman los autores.
Este hallazgo también resuelve una paradoja de larga data: las mediciones isotópicas de la atmósfera marciana sugerían que faltaba una gran cantidad de carbono que no podía haber escapado solo al espacio. Ahora se sugiere que ese carbono estaba atrapado bajo tierra, en forma de carbonatos, como parte de un proceso silencioso pero determinante para la evolución del clima del planeta.