Por: Ricardo Castillo Barrientos

Cada día que pasa la laguna de Tres Palos va incrementando su volumen de contaminación y con ello, la actividad pesquera sufre un decremento y un riesgo sanitario que ya causa daños de consideración al cuerpo de agua y a la economía familiar de los pescadores ribereños.

La cuenca del río de La Sabana desemboca en el principal cuerpo lagunar, viene arrastrando consigo interminables descargas de aguas negras de las diferentes comunidades y colonias ubicadas a lo largo de más de 20 kilómetros de su trayectoria.

Desafortunadamente no se realizan trabajos de saneamiento por parte de autoridades, principalmente de Semarnat y Conagua, que no han mostrado interés en atender este desastre ecológico, que en pleno siglo XXI confirman el alto grado de subdesarrollo en materia ambiental.

Es tiempo que los tres niveles de gobierno se avoquen de inmediato a ofrecer alternativas de solución, a fin de no llegar al extremo de perder la laguna de Tres Palos y que después tengamos que lamentar por la irresponsabilidad de quienes tienen la obligación de cuidar nuestros cuerpos de agua dulce.

Existen diversos estudios de investigadores universitarios y oficiales, que de manera exhaustiva han elaborado diagnósticos sobre la situación prevaleciente en que se encuentra en la actualidad el río de La Sabana, sin embargo hay oídos sordos y omisos, que no mueven un dedo para enfrentar el problema.

Un estudio elaborado conjuntamente entre la Universidad Autónoma de Guerrero y los Institutos Tecnológicos de Acapulco y Chilpancingo, revelan que además “la problemática ambiental se agudiza por la deforestación del Río La Sabana y representa la principal fuente de contaminación de la laguna”. En septiembre del año pasado se llevó a cabo un “Foro por el Rescate del Río de la Sabana”, organizado por la Asociación Civil “Guerrero es Primero”, donde confluyeron asociaciones ecológicas representantes e instituciones oficiales y el párroco de La Sabana, Jesús Mendoza Zaragoza, quien ha tomado la iniciativa. Se hizo el planteamiento de la gravedad del problema y sus posibles soluciones y como se han logrado rescatar en otras entidades federativas y otros países, ríos, lagos y lagunas, que prácticamente yacían inertes por el altísimo grado de contaminación, siendo posible rescatar nuestros cuerpos de agua. No hay porque esperar más y poner manos a la obra.

Marea Baja.- Ya que hablamos de contaminación, no cesan los escurrimientos de aguas residuales que transitan por los arroyos y por las descargas de establecimientos de la zona costera. Este problema no es nuevo y no debe de achacarse a un gobierno en especial, sino a todos, incluida la propia sociedad. Sin duda, se requiere presentar un proyecto ecológico que impida que las aguas cloacales sigan afectando a la bahía, antes que matemos a la gallina de los huevos de oro.

Marea Alta.- Un buen grado de avance lleva la ampliación de la carretera a la Costa Chica, parece que ahora sí se podría concluir el año próximo. La Secretaría de Infraestructura y Comunicaciones (SICT), está echando toda la carne al asador y se pretende concluir el tramo de San Marcos-Cuajinicuilapa. Mientras esto sucede, la ampliación de la carretera a la Costa Grande, tendrá que esperar.

Maremoto.- Por cualquier motivo o razón, las carreteras federales o de cuota, son constantemente bloqueadas por grupos ciudadanos, magisteriales o estudiantiles, como método de lucha para hacerse escuchar ante las autoridades, que no atienden o no dan solución a sus demandas. En el caso de la Autopista del Sol, ya es ganancia que la Guardia Nacional las mantenga resguardadas e impiden de ipso facto cualquier intento de cobro de cuotas por los estudiantes de Ayotzinapa y de otros vivales que venían haciendo de esta actividad ilícita su modus vivendi. Esta columna se publica los días martes y jueves de cada semana. Hasta la próxima entrega.

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