Por: Álvaro Venegas Sánchez

Ayer, a las 12 horas, concluyó en el zócalo de la Ciudad de México, La marcha por la democracia, acto auspiciado por el PAN, PRI y el PRD, aunque convocado por la que ellos llaman “sociedad civil”. Según las tomas ofrecidas por televisión, hubo plaza llena con personas que lucían ropa de color blanco y rosa. El ex consejero presidente del INE, Lorenzo Córdova Vianello, fue el orador principal. Dicho evento fue replicado, dijeron, en por lo menos otras 15 ciudades; incluso, en España. Allá, “los ciudadanos apartidistas”, Felipe Calderón y Peña Nieto, posiblemente hicieron alguna contribución.

Lorenzo Córdova, habría sido considerado el ciudadano idóneo para hablar a nombre de todos. Y no lo hizo mal. Sus conceptos y énfasis, los centró precisamente para ilustrar el tipo de democracia que defienden y la que no van a permitir que se las arrebaten. De ahí, exhortó a los que no hacen nada por miedo, indiferencia o desprecio, porque al final terminan siendo cómplices, a defender el Poder Judicial, evitar el desmantelamiento de las instituciones autónomas y la Constitución, para que México vuelva al autoritarismo de hace 30 año.

Bien sabe lo que dijo y mejor haberlo dicho. Justo lo que quieren conservar es lo que convirtieron en un lastre para el pueblo mexicano; sí, de hace 30 años, pero fueron perfeccionando el entramado legal siempre en beneficio de pocos; sobre todo, de los círculos de poder político y económico. ¿Qué beneficio aportaron por ejemplo entidades como la COFECE y de combate a la Corrupción, cuando ésta ni se consideraba delito? En el caso del Poder Judicial ¿Cómo entenderlo si una y otra vez jueces y magistrados liberan delincuentes? Y las reformas a la Constitución ¿por qué el orador Córdova no destacó cuántas se han hecho para bien de México y los mexicanos? El presidente AMLO, desde el 5 de febrero del año pasado, en Querétaro, retó que dijeran siquiera una reforma que el PRI y el PAN hayan hecho para bien del pueblo.

Están dispuestos a defender la democracia, dicen, para que haya elecciones libres y auténticas. Sí, como aquella cuando se cayó el sistema y triunfó Carlos Salinas de Gortari; como la del año 2006 en la cual, “hayga sido como hayga sido”, Felipe Calderón ganó con 0.53 por ciento de los votos, o como la del 2012 cuando, con ayuda de televisa, posicionaron al político galán Enrique Peña Nieto para luego unificar intereses firmando el Pacto por México e imponer las reformas estructurales, entre ellas la reforma educativa. Entonces, el vocero que escogieron no quedó mal. Dijo y dijo muy bien, lo que los seguidores de la oposición querían escuchar.

Pura coincidencia, el sábado, un día antes de la marcha por la democracia de la derecha, un pequeño grupo de amigos y compañeros de Iguala, invitamos para saludarlo y conversar al maestro Félix Bautista Matías. Durante la charla, afloraron recuerdos y anécdotas respecto a procesos electorales que nos ha tocado vivir. Nuestro invitado, después de un exilio de siete años, regresó y se dedicó al activismo política, llegando a ser diputado federal y fundador en Guerrero del Partido Convergencia, antecedente del Partido Movimiento Ciudadano (MC).

Entre los presentes Daniel Díaz Villaseñor, universitario, siendo muy joven, fue el primer regidor de oposición en el municipio; Fidel Rabadán Román, ex catedrático de la UAGRo, siempre coordinador único de elecciones del Partido Comunista Mexicano (PCM), PSUM y el PMS; Humberto Villalobos Domínguez, exsecretario del Ayuntamiento perredista de Iguala; maestro Isaac Dorantes, Salgado, profesor Joaquín Moyao y el que esto escribe, representantes de partido en casillas electorales; en mi caso al menos hasta la primera postulación de Cuauhtémoc Cárdenas. Sin tener dónde siquiera denunciar los atropellos, el valor civil para enfrentar la represión política y policiaca y la impotencia para contener los fraudes fue lo que acompañó a los que lucharon para derrotar las prácticas de esa democracia que la derecha añora y quiere reimplantar.

No, esos riesgos y vivencias no los tuvo Lorenzo Córdova. Él nació el 6 de febrero de 1972. Por tanto, habría votado por primera vez en 1994 y la cultura pripanista tal vez también lo permeó. Su llegada al INE en 2014, coincidió con la muerte de su padre Arnaldo Córdova, todo un personaje y gran intelectual con trayectoria en la izquierda, a quien López Obrador hizo merecedor de abiertos reconocimientos contrastando con el desempeño de su hijo en tanto consejero presidente del INE. Bien que hayan ocupado el zócalo; ojalá que el 2 de junio la simpatía por ellos se traduzca en votos.
Iguala, Gro., febrero 19 del 2024.

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