Por: José I. Delgado Bahena
La neta, todavía me duele lo que Silvia me dijo:
“¡Ay, mi Bony!, cuando una mujer perdona una infidelidad, es por una de dos: ya te hizo güey, o está planeando su venganza… Así es que, piénsale, chiquito… ¿creías que te había perdonado nomás por tu cara bonita? ¡Ay, sí, cómo no! Así es que, ándale mi vato, te me vas regresando por donde llegaste, porque aquí, ya otro ocupa tu lugar.”
Desde ese momento, me dije que jamás me iba a volver a enamorar, y mucho menos a vivir en pareja… ¿para qué? Así ando mejor: sin compromisos. Viejas siempre caen, en el Facebook es muy fácil ligar a una chava.
Lo malo es que se lleva uno cada sorpresa… algo así, como lo que me acaba de pasar con Maribel.
Pero bueno, aquí el de la idea fue Lalo, un amigo que tengo en la Chapultepec; él me añadió a un grupo de Whatsapp con la finalidad de hacer nuevos amigos. Me dijo que así me iba a olvidar de la Silvia, porque veía que siempre andaba muy tristón.
El grupo que él mismo hizo fue mixto en todos los sentidos; desde géneros, hasta edades. Yo le hice caso a Lalo; pero me relacioné más con las chavas, por lo que les enviaba privados y logré hacer plática con dos que en sus fotos se veían muy guapas. Una de ellas fue Maribel, de veintiún años, y en ese entonces estaba lactando a su hijo menor, de los dos que me dijo que tenía
Una plática hot, en la que hubo intercambio de packs, fue suficiente para quedar de vernos el fin de semana siguiente. La cita fue un sábado, en el parque de la Alameda, a las diez de la mañana. Estaban ahí un grupo de ‘’coladores’’ y albañiles, trabajando en una de las calles de enfrente. Ahí vi a Maribel en persona por primera vez; seis años más joven que yo, morenita, bonito cuerpo y muy guapa. La conexión hormonal se dio desde el primer cruce de miradas, y por eso mismo, después de una charla de cinco minutos, ocurrió el primer beso, tan apasionado y profundo que prácticamente nos hizo arder con una urgencia de comernos enteritos con algo más que besos.
Como para ocultarnos un poco, nos fuimos a un rincón del parque y comenzamos nuevamente a besarnos; luego, debido a su escote que llevaba, pude besarle todo el cuello con mucha pasión, al punto en que comenzó a acariciarme más atrevidamente.
La adrenalina invadía mi cuerpo. El hecho de ver a los trabajadores frente a nosotros; aunque la postura de ella impedía que vieran con exactitud lo que pasaba, con el simple hecho de que nos vieran, me generó un placer muy intenso.
Como te digo: sus caricias fueron cada vez más atrevidas, al grado que, de no estar ahí los albañiles, quién sabe qué más hubiéramos hecho, porque sus manos me hacían cosas en mi entrepierna, que ya te imaginarás. La neta, ella me susurró al oído su intención de hacer de todo ahí mismo; pero, a decir verdad, no quise; era de día y pensé que no estaba bien correr tantos riesgos, así que le sugerí ir al hotel.
Ni corta ni perezosa, aceptó la propuesta, y los minutos que tardó el taxista en llevarnos a un hotel que está por el peri, fueron de los más largos de mi vida.
Al llegar, le pedí tres condones al joven que nos asignó la habitación. Ella esperaba acostada en la cama; al acercarme, comenzamos nuevamente a besarnos, hasta que me interrumpió, diciéndome que tenía que confesarme algo: ¡era alérgica al látex!
Intuí rápidamente el mensaje: estaba descartando la idea de usar el condón, e inmediatamente surgieron varias dudas en mi mente, inclusive que quizás ella estaba embarazada y quería tener una oportunidad para involucrarme en el asunto.
También pensé en los riesgos de contraer una infección de transmisión sexual, lo que me heló la sangre. Maribel no dejó que esto terminara con la pasión; volvió a acariciarme; pero me explicó que, de usar los condones, tendría que llevarla al médico, por las reacciones de la alergia, que incluía inflamación de las zonas donde el látex tuviera contacto directo con ella, y en seguida me dijo que no estaba embarazada, porque utilizaba inyecciones que le regulaban sus periodos, porque era irregular, y que, además, le impedían embarazarse.
Solo quedaba pendiente el asunto de las ITS, pero debido a que ardía en el deseo, decidí aventurarme, total, ya estábamos ahí. Sinceramente, todo fue tan placentero, que ni de los riesgos me acordé.
El siguiente fin de semana nos volvimos a citar en otro hotel, y la conexión de nuestros cuerpos fue creciendo. Todo iba bien; pero, pasando unos tres meses, me pidió tener un hijo; entonces me di cuenta de cuál era su verdadera intención. Por eso, decidí mejor dejar de verla y ya no le contesto sus llamadas ni mensajes. Pero ayer me envió una foto donde me muestra sus prominentes pechos, por estar amamantando a su bebé, y la verdad, ya me estoy animando a verla.