Por: Álvaro Venegas Sánchez

Alito, Marko, Zambrano y Claudio X. hicieron la hazaña. El 26 de febrero llenaron la Plaza de la Constitución con militantes del PRI, PAN, PRD y adherentes al rechazo de la reforma electoral; sobre todo, para detener la transformación democrática del país. Estimaron que la multitud rebasó 500 mil personas en la Ciudad de México y presumieron que en más de 40 ciudades importantes miles de ciudadanos replicaron la defensa del INE con el lema “Mivotonosetoca”. Confían ahora, dijo el orador José Ramón Cossío, “en el talante democrático de los ministros de la SCJN” para declarar inconstitucional la reforma que tanto les incomoda.

La protesta, ciertamente fue invocada con espíritu apartidista para que los ciudadanos expresaran lo que “sienten contra el gobierno autoritario que encabeza López Obrador”, sin compromiso de ser o pertenecer a determinado partido político. Por supuesto, ingenuos nunca faltan. Sin embargo, los promotores que dieron la cara en su mayoría pertenecen a las dirigencias de los partidos PRI, PAN y PRD o bien estuvieron vinculados a los gobiernos de Felipe Calderón y Vicente Fox. Calderón, incluso, desde la comodidad de su refugio en España, promovió la asistencia de sus simpatizantes. Entonces ¿dónde quedó el carácter apartidista y auténticamente ciudadano de la concentración? Algunos entrevistados por youtubers, que evidenciaron total falta de información, es de esperar se enteren que nadie quiere acabar con el INE ni con la democracia, y entiendan que solamente fueron instrumento de intereses políticos definidos.

El lunes 27 de febrero, un día después, AMLO no descalificó en sí la movilización “pues en la democracia hay libertad y derechos que deben respetarse”. Empero, consideró, fue convocada “por mapaches electorales” para oponerse, en el fondo, a la transformación que está impulsando porque “quieren que continué el predominio de una oligarquía, un gobierno de ricos, quieren regresar para seguir robando y mantener en la marginación y el olvido a la mayoría de los mexicanos y para ello emplean como estrategia la mentira. Son defensores de los fraudes electorales, han formado parte de la corrupción, han pertenecido al narco-Estado, eso mostró el caso García Luna”.

Para más, pidió en la mañanera, mostrar una galería de fotos de los convocantes deteniéndose en algunos de ellos haciendo comentarios explícitos. José Ramón Cossío: “Un farsante abogado, fue ministro de la SCJN en pleno narco-Estado, apoyado por Calderón, nunca dijo nada; y votó en contra de una resolución para que se castigara a los responsables del incendio de la Guardería ABC. Fox: el traidor de la democracia; Jorge Castañeda, protagonista central de aquel episodio conocido como “el comes y te vas” a Fidel Castro; Francisco Labastida, involucrado en el pemexgate; José Narro, ex rector de la UNAM convertido “en matraquero del PRI”; Sergio Taboada, ex alcalde de la Benito Juárez, donde se han hecho transas inmobiliarias; Claudio X. González, toda la familia son salinistas y participaron en el fraude del 2006. Aclaración, en la galería aparecieron decenas de personajes propios del álbum negro de la memoria colectiva.

En otro orden, está bien festejen haber llenado la Plaza de la Constitución con “500 mil” seguidores. Mal se vería que no lo lograran siendo tres partidos nacionales de larga data. Dos de ellos, PAN y PRI, despacharon en Los pinos de 2000 al 2018 y el PRD de 1998 al 2018 en la Ciudad de México. Sin considerar que, en más de 30 años, gobernaron la mayoría de los estados de la República hasta que, para infortunio de ellos, surgió el Movimiento de Regeneración Nacional.

Pero recordar es bueno. Las vías para abrir paso a la democracia fueron regadas con sangre de ciudadanos opositores al régimen autoritario y represor en todas las vertientes de la vida pública. Los esfuerzos de organización y participación primero eran objeto de burla, desdén y calumnia; ante la persistencia y empezar a tener poder de convocatoria, fueron ninguneadas con la expresión ocurrente: “llenan plazas, pero no llenan urnas”. Ellos hasta tenían la posibilidad, de rellenarlas con votos de personas fallecidas.

Rumbo al 2024, la situación política se ha invertido. Podrían contar con respaldo económico de políticos empresarios resentidos, pero no tendrán, como antes, apoyo del gobierno federal ni de la mayoría de gobernadores. De allí la lucha feroz para que el INE, los organismos autónomos y el Poder Judicial no se toquen. Obviamente, el éxito depende de que sus mentiras sean aceptadas como verdades. En el tiempo que falta, un año exactamente, veremos si crecen en fortaleza o, para bien de México, desgastan su capital político. Para un madrugador, otros que no duermen. La gente está despierta.

Iguala, Gro., febrero 6 del 2023.

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