Por: Carlos Martínez Loza


Iguala, Guerrero, Junio 29.- Belicosamente se nos ha impuesto una pregunta a fuer de tópico digital: ¿Es buena o mala la reforma propuesta por el Gobierno para modificar al Poder Judicial?


La pregunta es demasiadamente ambigua. Casi un falso dilema que milita en el más exaltado maniqueísmo del siglo III de nuestra era. Los que la proponen y sus apoyadores se instalan en la gradería de que “es buena”; los que la rechazan, en la gradería de que “no es buena”. Pienso que el tema es mucho más complejo que tan solo elegir la gradería para sentarse y presenciar el duelo argumentativo.


Básicamente la reforma al Poder Judicial se propone los siguientes objetivos:

  1. Una nueva integración de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Se reduce el número de ministros, de 11 a 9 integrantes. Se reduce el periodo de su encargo, de 15 a 12 años. Se eliminan las dos salas para quedar solo una. Se elimina la pensión vitalicia de los ministros. Ningún ministro podrá ganar más que el Presidente de la República.
  2. Elección popular de Ministros, Magistrados y Jueces. En 2025 se realizará una elección extraordinaria para renovar a todos los Ministros, Jueces y Magistrados del Poder Judicial. Los tres Poderes Federales podrán proponer hasta 10 candidatos. En el caso de los 1,633 Magistrados de Circuito y Jueces de Distrito, se elegirán en cada uno de los 32 circuitos judiciales en las elecciones ordinarias, a partir de 6 candidaturas paritarias por cargo (2 por cada Poder de la Unión).
  3. Sustitución del Consejo de la Judicatura Federal. Será sustituido por un Tribunal de Disciplina Judicial, el cual estará conformado por 5 magistrados electos a nivel nacional y durarán 6 años en su cargo.
  4. Nuevas reglas procesales. Los juicios de orden fiscal deberán resolverse en un plazo máximo de 6 meses, los de orden penal en un año. Se prohíbe otorgar suspensiones contra leyes con efectos generales en amparos, controversias constitucionales y acciones de inconstitucionalidad.
    En algunos renglones el sentimiento puede aprobar la reforma, pero no la razón. Particularmente en la elección popular de 1633 magistrados de circuito y jueces de distrito. ¿Quién de vosotros podrá conocer el perfil de 1633 candidatos para poder votarlos a conciencia? Ya avizoro una refutación: “No será así, se elegirán conforme a su circuito judicial”. Sin embargo, el problema no desaparece, en Ciudad de México hay un total de 288 funcionarios judiciales, entre magistrados y jueces de Tribunales Colegiados de Circuito, Tribunales Unitarios de Circuito, Juzgados de Distrito y Centros de Justicia Penal Federal. ¿Quién podrá conocer el perfil de 288 candidatos? Y si hay alguno capaz de entre vosotros, ¿cómo será esa votación? ¿A cada uno 288 boletas para marcarlas? ¿O acaso un voto valdrá para elegir a todos los candidatos propuestos por el Poder Ejecutivo?
    Pienso que las democracias pueden disuadirse en la superficialidad cuando lo judicial pasa a militar de una democracia representativa a una democracia directa. No hay que olvidar que Barrabás fue electo por democracia directa. El método de elección mayoritaria no necesariamente culmina en decisiones sabias y justas.
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