La realidad virtual es considerada como uno de los avances tecnológicos más importantes del pasado y que tendrá un gran peso de cara al futuro. Su principal finalidad es la de crear una experiencia sensorial inmersiva a través de técnicas informáticas mediante un dispositivo virtual. De esta manera, la persona usuaria tiene la sensación de estar en un lugar en el que físicamente no se encuentra y esto abre muchas posibilidades en varios campos como son la ingeniería, la arquitectura, la robótica o las ciencias de la salud.
Este tipo de tecnología ha tenido desde hace algún tiempo gran presencia en el sector del entretenimiento digital, como los portales especializados en juegos migrados a las pantallas como el póker online. Estas plataformas, además de ofrecer un amplio abanico de variantes siendo la más popular la Texas Holdem, ofrecen partidas y campeonatos diseñados para diferentes escenarios: del dispositivo móvil a las computadoras, pasando por las gafas que llevan las experiencias inmersivas a los hogares.
En la línea de lo comentado, también se debe mencionar la buena acogida que ha tenido en el campo de los videojuegos, donde ya son varias las grandes marcas de consolas que han creado títulos exclusivos para ser vividos de esta manera. Incluso artes centenarias, como el cine o la música, ya cuentan con proyectos de realidad virtual. Por parte del primero, en películas consumibles en 360 grados; mientras que, por parte del segundo, en la creación de conciertos totalmente virtuales o la realización de videoclips.
Clave en la investigación de la ingeniería y la medicina
En el campo de la ingeniería, esta tecnología se está utilizando desde que dio los primeros pasos. Su principal utilidad la encontramos en la fabricación de diferentes tipos de productos y en fases como el prototipado, el ensamblaje, el servicio o el rendimiento. De esta manera, se permite experimentar su diseño y analizar los resultados antes de iniciar con todo el proceso definitivo. A su vez, ofrece la oportunidad de crear situaciones de diferente tipo para poner a prueba el proyecto en el que se trabaja.
Esta simulación propia de las experiencias inmersivas ha sido desde hace ya algunas décadas utilizada por entidades de la talla de la NASA. Básicamente, sus funciones estaban comprendidas dentro del apartado formativo, entrenando a los futuros astronautas antes de los vuelos. De esta manera, se puede trabajar la gravedad cero o el uso de herramientas sin necesidad de hacer ningún desplazamiento. Otros campos que también usan la realidad virtual a modo de simulador son la aviación y el entrenamiento militar.
En la medicina, uno de los campos abonados a los nuevos avances tecnológicos, encontramos aplicaciones muy diferentes. Por un lado, sirve para que los profesionales sin demasiada experiencia simulen situaciones reales o para que cirujanos puedan dirigir intervenciones quirúrgicas observando en todo momento una operación. Por otro lado, enfundándose unas gafas o cascos, se pueden tratar algunos trastornos como ya ha quedado demostrado científicamente: en casos de ansiedad o de estrés postraumático reduce algunos de los síntomas.
Arquitectura y arqueología: reflejar el futuro y el pasado
Aunque la realidad virtual en los tiempos actuales se ha dado a conocer por su vinculación al ocio, fue el campo de la arquitectura donde empezó a considerarse como una tecnología de gran provecho allá por los años 80. Ahora, los profesionales de este sector pueden, más allá de proyectar edificios y construcciones futuras en un entorno real, detallar etapas del proceso y plasmar todos los detalles técnicos de un proyecto como los materiales usados, la tensión de las paredes o el impacto de la energía solar.
Y terminamos con una aplicación que nunca deja indiferente a nadie: las experiencias inmersivas vinculadas al patrimonio cultural y la arqueología. Su función más conocida en este campo es la de recrear sitios patrimoniales, muchas veces históricos y que ya no se conservan. A su vez, también permite acceder y abrir al público lugares con acceso restringido o con gran dificultad para visitar por el público general, como son cuevas o edificios que se encuentran en mal estado de conservación.