Por: Álvaro Venegas Sánchez
-Primera parte-
Francisco Labastida Ochoa: “Cuando el gobierno de Estados Unidos le hizo a México el préstamo de 40 mil millones de dólares para afrontar la crisis desatada por el “error de diciembre” -negociación que el presidente Zedillo gestionó personalmente-, se le demandó el compromiso de propiciar la transición democrática y que, para ello, el PRI dejara de gobernar y él entregara la presidencia a la oposición”. La cita corresponde a un párrafo de la página 217 del libro LA DUDA SISTEMPATICA. Autobiografía política, del excandidato presidencial, publicado a fines de 2024.
Prefiguró tal conclusión por hechos que ocurrieron el 2 de julio de 2000, día de la elección: “El presidente me llamó para decirme que sabía que Cuauhtémoc Cárdenas saldría a las siete de noche a reconocer su derrota. Me sugirió hacer lo mismo inmediatamente después… le dije que estaba preparando mi discurso para cuando el IFE diera a conocer los resultados (once de la noche) y que, obviamente, aceptaría la voluntad ciudadana. El presidente sólo me escuchó y lo que ocurrió después me hizo reflexionar: ¿Le molestó que no hiciera caso a su recomendación o quería pasar a la historia como el gran demócrata del país?
Continúa Labastida. Durante esas horas finales hubo mucha tensión: me enteré que el presidente estaba grabando un mensaje, le hablé y no contestó mi llamada. Hablé con Liébano Sáenz, secretario particular, y tampoco me enteró de algún plan. Así, “cuando estaba iniciando mi discurso, la transmisión se interrumpió para pasar el mensaje del presidente Zedillo”; por esto y más situaciones ocurridas ese día me pregunté: “¿Fue casual que Zedillo me entregara el partido quebrado financieramente y diera instrucciones a los gobernadores para que torpedearan mis giras?
En el capítulo 11, dedicado a la elección presidencial de 2000, registró otros datos y momentos que, a la distancia, está bien recordar. 1) Ganó la candidatura como resultado de una contienda interna en la que participaron Roberto Madrazo, Manuel Bartlett y Humberto Roque Villanueva, 2) Decidió contender porque de no hacerlo, el candidato podría ser Bartlett o Madrazo; 3) Zedillo le comunicó cuáles serían las reglas: El presidente del partido continuará dependiendo de mí, hasta que la elección se realice. El triunfador elegirá al nuevo líder del PRI a quien considere conveniente. 4) Si el candidato no gana las elecciones constitucionales, yo vuelvo a tomar el control del partido.
Comenta que le sugirió pensar bien si sería correcto cambiar al presidente del PRI “pues durante su gobierno ha cambiado a cinco” y además “No se cambia de caballo a mitad del rio”. Rebatió así mi opinión: “Ya viví un PRI en el que había tres equipos: el del partido tradicional, el de Luis Donaldo Colosio y mi propio equipo. Por eso, mejor quito a José Antonio González Fernández y el ganador que nombre a quien quiera”. Ahí terminó el debate, acepté sus reglas.
Labastida Ochoa era embajador en Portugal y al integrarse al gabinete de Zedillo vivió desde dentro “el error de diciembre” siendo director de Capufe. Respecto a la muerte de Colosio en la página 177 consigna: Ernesto Zedillo tenía la convicción de que había sido gente del sistema político la que había ordenado el homicidio de Luis Donaldo.” Para entender lo que pensaba, hay que considerar que, en realidad nunca fue priista; y también que después del asesinato de Colosio, su odio contra el PRI creció”. Para más, seis meses después, en septiembre de ese mismo 1994, mataron a José Francisco Ruiz Massieu, secretario general del PRI y aunque señalaron como responsable al Raúl Salinas, y fue aprehendido y procesado, él sostuvo la tesis de su inocencia.
Las revelaciones y confidencias que contiene La duda sistemática. Autobiografía política, hay que dimensionarlas y valorarlas. Porque no vienen de algún crítico resentido. Son de alguien que inició su carrera a los 19 años como simple analista en la SHC durante el gobierno de Adolfo López Mateos y de allí pasó y ocupó posiciones relevantes en los gobiernos que encabezaron Gustavo Díaz Ordaz, Luis Echeverría, López Portillo, Miguel de la Madrid, gobernador de Sinaloa y finalizó en el sexenio de Zedillo, sin abandonar su militancia priista. Sobre todo, porque escribe con la certeza y confianza de quien, a los 82 años de edad, se siente más allá del bien y del mal. Continuará.
Iguala, Gro., octubre 13 de 2025