Por: Álvaro Venegas Sánchez

Qué cosas. Hace doce años, el gozo por el triunfo del PRI con Enrique Peña Nieto era inocultable. El buen ánimo se reflejaba en los rostros de políticos y comentaristas de radio y televisión que ahora vemos adustos, irascibles. El PAN para nada lamentó la derrota de su candidata, Josefina Vázquez Mota, a quien prácticamente abandonó en plena campaña. El partido del Sol Azteca, controlado por “los Chuchos”, tampoco pareció preocuparle que su candidato, López Obrador perdiera por segunda ocasión.


Después de las elecciones de ese año, julio-diciembre del 2012, en lugar de confrontarse los tres partidos PRI, PAN y PRD, iniciaron un proceso de entendimiento mirando hacia adelante; y lo que vieron seguramente fue que era el Momento de México a partir de que aprobaran las llamadas reformas estructurales. Juntos tenían todo a su favor: votos suficientes en las cámaras del Congreso de la Unión para hacer reformas constitucionales, mayoría de congresos locales y gubernaturas y acompañamiento seguro de parte del Poder Judicial. ¿Había riesgo de reacciones de protesta? Por supuesto que sí, pero también tenían experiencias del uso de la fuerza que podrían repetir en caso necesario: Atenco en el estado de México, el desalojo de los electricistas de la Compañía de Luz y Fuerza del Centro, por ejemplo. La represión al magisterio en Nochixtlán, Oaxaca, exactamente eso demostró.

¿Por qué en ese tiempo no hubo ruido por la “sobrerrepresentación” de diputados y senadores del PRI, PAN y PRD? ¿Por qué Estados Unidos, a través de su Embajada, no manifestó preocupación por las consecuencias que traerían reformas como la educativa y la energética para el pueblo de México? ¿Por qué los consejeros del IFE, actualmente INE, no fueron presionados para interpretar a modo la Constitución y menos recibieron amenazas como han revelado los actuales consejeros? Que cada ciudadano analice cómo era la oposición de izquierda y cómo es y se comporta la oposición política de la derecha, acuerpada por intereses para bloquear iniciativas del gobierno de la 4T que buscan sanear la vida pública y el bienestar de los más pobres.

El repentino cambio de discurso del embajador estadounidense Ken Salazar, junto con la intromisión también inesperada de Graeme C. Clark, de Canadá, no tienen por qué sorprender. Representan y responden a intereses de sus gobiernos, la banca, las calificadoras y empresas internacionales que operan en México. En ese sentido el Consejo de Empresas Globales (CEG), no tuvo recato al plantear que México enfrenta el riesgo de perder oportunidades de inversión con la reforma al Poder Judicial si no hay garantía de certeza jurídica para sus capitales. Quieren que haya “tribunales imparciales e independientes con procedimientos justos, equitativos y transparentes que eviten costos y demoras irrazonables”. Es lo que se pretende con la reforma; pero lo dicen como si jueces, magistrados y ministros jamás hubieran sido indulgentes con ellos y los trataran como a pequeños comerciantes o vendedores ambulante que quieren dar de alta su negocio.

Por cierto, el presidente de la Republica calificó la opinión del embajador de EU de “imprudente, desafortunada y de burda actitud intervencionista”. Por su parte, la presidenta electa recordó a Ken Salazar que en 43 estados de la nación vecina se elige a jueces por votación. Por tanto, la opinión que hizo pública le pareció contradictoria. Después de ello, se espera tenga efecto positivo la nota diplomática emitida.
Ante el ambiente de propaganda tóxica en que nos encontramos, es de preocupar la actitud de la derecha mexicana por el apoyo internacional con el que cuenta. Las advertencias y amenazas de muerte a través de redes sociales contra magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, y la repulsa de usuarios hacia los resolutivos del INE “por conceder mayoría calificada artificial a la 4T”, las revelaciones hechas por la presidenta, Guadalupe Taddei y la consejera Dania Ravel, no debieran tomarse como asunto menor provenientes de simples fantoches. Dentro y fuera de México apasionados y fanáticos los hay, tantos como personas obnubiladas que no aceptan cambios que los afectan y que, en su desesperación, podrían proponerse descarrilar a nuestro país.

Iguala, Gro., agosto 26 del 2024

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