Por: Vicky Barrios

Iguala, Gro. Perdura la tradición de las tumbas y ofrendas a través de los años y de las generaciones. Este primero de noviembre fue el día en que según la tradición católica los fieles difuntos adultos regresan a su hogar para llevarse el aroma de las flores, el pan y la comida de su agrado.

Es tradición de los igualtecos montar “tumbas” en sus hogares y abrir sus puertas para que los vecinos y familiares las visiten y lleven su “ofrenda” que consiste en pan y/o veladora.

El miércoles decenas de personas salieron a las calles para visitarlas, en algunos casos hasta hacían fila para entrar. Por la pandemia y la violencia este año se registraron decenas de decesos por lo que en cada calle había por lo menos una tumba u ofrenda nueva.

La inversión que se hace en el montaje de estas tumbas es de por lo menos 3 mil pesos y hasta 8 mil, según la representación bíblica y elementos que coloquen en ella.

De acuerdo a información proporcionada por el historiador Guillermo de la Cruz Issa, las tradicionales “tumbas” de Iguala se le llama también “Ofrenda Nueva” y se le hace a la persona que falleció entre el 1 de noviembre del año pasado al 31 de octubre del presente año.

A diferencia de la ofrenda tradicional, en la tumba se muestran aspectos personales del difunto o difunta, puede ser su actividad profesional u oficio. Se expone también la comida que le gustaba o las bebidas que acostumbraba tomar.

Así mismo puede exhibirse la forma en que murió. La familia que decide hacer la tumba puede elaborarla de manera creativa, llamativa y descriptiva, siendo en un cuarto de la casa del difunto o si lo prefiere, contratar a una persona especializada para que la haga de acuerdo al gusto de la familia.

El costo de una tumba varía desde 3 mil hasta treinta mil pesos. Las tumbas se abren para su visita el día 1 de noviembre por la noche y en los barrios de Iguala se exhibe la mayoría de las Tumbas, así como en algunas comunidades del municipio de Iguala.

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