Israel Salgado Uriostegui
(Segunda Parte)

Iguala, Gro., “Si queremos tener una mejor sociedad, tenemos que fomentar la cultura y el reconocimiento de los valores, porque el hombre de éxito no es el que hace más dinero, sino el que es más útil a la sociedad de la que forma parte”, afirmó el historiador Julio César López Uriza.


Los cementerios son una fuente riquísima de información. En el antiguo panteón municipal trabajaba don Julián Baena Figueroa, quien laboraba en el cementerio y conocía prácticamente la ubicación de las figuras importantes de la ciudad.


Los cementerios pueden reflejar si en una sociedad existe clasismo o racismo. El antiguo cementerio municipal muestra a Iguala como una ciudad en la que se pueden encontrar desde grandes mausoleos hasta las tumbas más humildes. En el cementerio de Iguala hay sepulcros sumamente hermosos, arreglados y costosos, y otros muy modestos.


El director de Panteones del municipio de Iguala, Rodolfo Silva Portillo, señaló que el panteón municipal se compone de tres secciones: el panteón antiguo, la primera ampliación y la segunda ampliación, con una extensión de siete mil metros cuadrados y aproximadamente siete mil lotes.


Consideró que probablemente existan más, ya que en algunos lotes, o en la mayoría de ellos, hay de tres a cuatro espacios destinados a sepultar a personas, generalmente familiares de los propietarios de dichas criptas.


Silva Portillo explicó que, después de siete años, los restos de una persona pueden ser exhumados. Si es necesario ocupar el espacio para otro familiar, se exhuman los restos y se colocan, ya sea en un espacio dentro de la misma cripta o bien dentro del ataúd de la nueva persona que será sepultada en ese mismo lugar.


Julio César López Uriza mencionó haber elaborado una lista de personajes que aparecen biografiados en su primer libro, así como algunos otros en su segundo libro, el cual aún no se publica, pero que está próximo a salir.


López Uriza ha escrito siete libros: cuatro ya publicados y tres en proceso de publicación. Durante el recorrido realizado con Diario 21 por las distintas tumbas del cementerio municipal, el historiador comentó que la primera que se visitó fue la de Guadalupe Castañón Gongi, quien fue asesinada pocos días antes de cumplir 17 años de edad y fue la primera reina de los Festejos a la Bandera de Iguala.


Castañón Gongi era una joven muy hermosa que vivía en la calle Obregón, en el centro de la ciudad. López Uriza narra que fue asesinada por el concesionario de una empresa refresquera en Iguala, un hombre maduro, serio y estimado, Ramón Pérez García.


Pérez García había enviudado, se enamoró de la joven y “se enredó con ella”. “No se sabe si ella le dio esperanzas y después lo desengañó, lo que provocó que él se descontrolara y la asesinara.

Posteriormente, se quitó la vida afuera de su casa”, detalló el historiador. Ella está sepultada en el panteón municipal.


Muy cerca se encuentra sepultado el coronel Abraham Castro Uriza y su esposa, Elvira Hamster. El coronel fue el primer presidente municipal de Iguala, con un periodo de dos años.


Uno de los primeros huéspedes que tuvo el cementerio de Iguala, aunque sin haber sido originario de la ciudad, fue Salustio Carrasco Núñez…