Vicky Barrios
Iguala, Gro. El Naranjo, comunidad por donde pasaba el desaparecido tren proveniente de Morelos, se ha convertido en un referente y una vía verde para rutas de ciclismo y senderismo.
Con poco menos de mil habitantes, según el INEGI, alberga el conocido puente de la “S” o de la «Mano», donde, según dicen, se encuentra la «Cueva del Diablo» y donde la energía se vuelve densa.
Este puente fue construido durante el mandato del presidente de la República, Porfirio Díaz, entre 1892 y 1899, y dejó de operar en 1997.
En el pueblo, también pueden encontrarse artesanías y una gastronomía única. Los domingos, a la orilla de la carretera, se pueden degustar platillos como menudo o pancita de res con tortillas hechas a mano, además de los deliciosos sopes o picadas.
El Naranjo ofrece diversas opciones para disfrutar entre amigos o en familia: hay cuevas por explorar, senderos para caminatas y un encantador espacio junto al río para un día de campo. Los vecinos son cálidos y buenos anfitriones.
Desde hace algunos años, El Naranjo ha ganado popularidad debido a un sembradío de un par de hectáreas de cempasúchil en maceta, con flores de varios colores y variedades, ubicado junto a la carretera.
La familia Mastache permite que los visitantes entren al vivero para tomarse fotos, compren o no las flores, solo pidiendo que no dañen las mangueras de riego. El precio por maceta es de 30 a 35 pesos. Es impresionante ver el “tapete” natural de cempasúchil y disfrutar de su característico aroma, tan apreciado en las tumbas y ofrendas durante el Día de los Fieles Difuntos.