Por: Isidro Bautista Soriano

Prueba superada, con Evelyn Salgado Pineda en su primer año como gobernadora de Guerrero, en el entendido de que en estos tiempos, cada vez menos, los que ocupan ese cargo pueden concluir el sexenio, más en Guerrero, que parece ser terreno a todas luces minado.

El caso de la masacre ocurrida en San Miguel Totolapan, con el saldo ampliamente conocido, no pasó a mayores, y uno de los factores determinantes para contenerlo fue el hecho de haber acudido personalmente, pues, como haya sido, dio la cara, de inmediato.

Y ayer cumplió su ofrecimiento de instalar una Agencia del Ministerio Público del fuero común en un acto en el que la fiscal general Sandra Luz Valdovinos Salmerón reconoció que «es momento de tomar acciones ante las eventualidades que amenazan la paz y la integridad de los guerrerenses».

Afirmó que fue creada «para poner un alto a la impunidad con la que se ejerce la violencia, en contra del pueblo de Guerrero».

Y así, ha habido acontecimientos casi parecidos, como los sucedidos con la UPOEG (Unión de Pueblos y Organizaciones del Estado de Guerrero) y en la cabecera municipal de Quechultenango, entre militares y población civil en este último lugar.

Por el otro lado, no han cesado las acciones de protesta de los estudiantes de Ayotzinapa desde la desaparición de sus 43 compañeros, ante las cuales ha habido cierto tacto político de parte de su administración, al igual que con los miembros de la CETEG, por los bloqueos viales, que han estrangulado la propia capital del estado.

El viernes pasado hombres identificados como transportistas intercambiaron golpes con jóvenes normalistas cuando éstos bloqueaban el bulevar de Chilpancingo, y tampoco pasó a mayores.

Fuera de ahí, todo ha transcurrido con una nueva normalidad, en la que uno o hasta cinco muertos al día es cosa común, como las balaceras o levantones; hasta ver a los criminales bailar con arma al hombro en fiestas.

Nadie quedó sorprendido de mirar a José Alfredo Hurtado Olascoaga El Fresa en su zona de confort, grabándose y transmitiéndose en las redes sociales por la matanza de San Miguel Totolapan, sentado a sus anchas, ya que también eso es habitual en todo México.

Sólo que su gobierno debe tener siempre cuidado de que en Guerrero no haya más casos Tlatlaya o de Ayotzinapa, concretamente lo ocurrido en Iguala en 2014, e incluso en el bulevar de Chilpancingo en 2011, entre policías federales y estatales.

Sin esta delincuencia organizada, hace alrededor de treinta años se suscitaron las masacres de Huautla, en la sierra del Filo Mayor, y de Escalerilla Lagunas, en la región Montaña. La mecha, pues, hoy está tendida como telaraña, que por donde quiera puede encender.

Definitivamente pasó la primera de seis pruebas de fuego que actualmente representa el hecho de gobernar un estado del país, y en particular Guerrero, en donde lo mismo en el ayer que en el hoy han caído del cargo gobernadores, como Caballero o Figueroa, sin imaginárselo.

No obstante, la gobernadora Salgado Pineda podría hacer una evaluación de desempeño de los colaboradores de todo su gabinete, sin exclusión de nadie, y sin que ello signifique desconfianza, porque una cosa es lo que ellos digan o informen, y otra lo hecho, y no dejarse llevar por los afectos.

Y como señaló en este mismo año el senador Félix Salgado Macedonio, el que no comparta las máximas de la 4T dentro del gobierno de ella, mejor que se vaya.

El cuidado no tiene que observarse sólo en las áreas de seguridad sino lo mismo en educación como en desarrollo rural, por ejemplo, dado que los ánimos ya se caldean en todos lados, y se ven diariamente hasta en las redes sociales, donde nadie se detiene para decir las cosas.

Prueba superada, la de Evelyn Salgado, porque, pese a los niveles de violencia alcanzados como consecuencia de la corrupción de los gobiernos impuestos en el pasado del país, en este primer año ha prevalecido la gobernabilidad, la cual debe conservar como el más preciado tesoro del pueblo de Guerrero.

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