Por: Francisco Lara Balderas
DESDE hace 7 años la oposición en México está en su papel: Denostar todo lo que haga o deje de hacer el gobierno de la llamada Cuarta Transformación. Ha ocurrido todos los días, nunca como antes. Que la refinaría que no refina, que el tren Maya que no tiene pasajeros, que el aeropuerto que no tiene pasajeros, que los programas sociales son condicionados, que México será como Venezuela, que México es una dictadura, que un solo hombre (o mujer) no puede concentrar todo el poder, que la Reforma Judicial nos jode a todos, que la Ley de Telecomunicaciones facultará el gobierno para vernos hasta cuando vamos al baño y un largo de etcéteras. Repito, la oposición está en su papel por ser eso, oposición. Y lo hace bien, porque no puede estar de acuerdo con el gobierno en turno. Aquí es donde entra el juego de estrategias en materia de Comunicación Social de uno y de otro bando, que incluye, obviamente, convenios con medios de comunicación. Sin embargo, esto siempre ha pasado en México. La oposición de hace 7 años hacía lo mismo. Aprovechaba cualquier error del gobierno en turno (del PRI o del PAN) para magnificarlo y atacar con furia, como se hace ahora. Es el juego político por el poder, porque al final no hay muchas diferencias. La única es que actualmente Morena ha aprovechado muy bien el poder para seguir ganando votos. Antes también había programas sociales, como Progresa y Solidaridad, pero los gobiernos priistas y panistas no los supieron explotar electoralmente. Ahí falló su operación política y, sobre todo, su Comunicación Social. No cacarearon suficientemente el huevo (y falló otra vez su Comunicación Social). Creyeron mucho en Televisa, TV Azteca, Reforma, Milenio y los columnistas parciales, pero llegaron las redes sociales y no se actualizaron, no las tomaron en cuenta. Ese fue su acabose. El mundo de la comunicación ha cambiado considerablemente y la oposición no termina de entenderlo. Les hace falta mucha Comunicación Social y olvidarse de los viejos esquemas (de comunicación). Ojo, tampoco es suficiente con que publiquen o transmitan en sus redes sociales…….. REPITO, ese del espionaje del gobierno no es nuevo. Ha existido siempre. Allá entre 1987 y 1995, en el inicio de mi carrera en el periodismo, fui objeto de espionaje por parte de los gobiernos en turno (municipal, estatal y federal) por mis columnas críticas, precisamente hacia los gobiernos. Como reportero era marginado de invitaciones a actos de gobiernos, de convivios, de arcones navideños en diciembre, de entrevistas a funcionarios. Estaba fichado por el gobierno por mis fuertes críticas a quienes gobernaban mal. Incluso, un delegado del Cisen en Iguala me invitó a tomar un café en el Tastee Freez para sugerirme que le bajara un poco a muis comentarios, porque ya no quería mandar todos los días mis cuestionamientos al gobierno federal. El teléfono de mi casa fue intervenido (todavía no había celulares). Me pusieron marca personal. El Cisen y Gobernación sabían dónde vivía, con quien convivía, qué hacía después de mi trabajo periodístico, con quién me echaba unas copas. Bueno, hasta con quién me iba a casar, dónde sería la fiesta y quiénes eran los invitados. El espionaje y la intervención de teléfonos siempre ha existido y lo he vivido personalmente……… SIMPLE pregunta: Entonces, ¿de qué se espantan ahora? Como decía mi abuela. “no sean pu…ercos”…….. PUNTO.