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Buenos Aires, Argentina. En un ambiente de euforia masiva, millones de personas acompañaron por las autopistas y calles de Buenos Aires el recorrido de Lionel Messi y su selección en la caravana para celebrar la Copa, la tercera de Argentina, en una manifestación de dimensiones jamás vista en esta ciudad.
En un autobús convertible que avanzaba muy lentamente tratando de abrirse paso entre la multitud, los jugadores con sus medallas al cuello mostraban exultantes la Copa conquistada ante Francia.
El recorrido que comenzó poco antes del mediodía local fue de unos 70 kms y se calculó que pudiera tomar más de ocho horas.
“Yo ya con verlos pasar es mucho. Si Messi nos mira a los ojos, a la cámara, ya está”, dijo a la AFP en el Obelisco Valentín Pino, de 19 años. “¡Después de tanto sufrimiento, ya se consagraron!”, celebró con una sonrisa.
En el centro porteño hay un ir y venir de simpatizantes con banderas argentinas por doquier. Bocinazos, cornetas, y el corear espontáneo de “Muchachos…” el hit mundialista se escucha en cada esquina.
Más de cuatro millones de personas se han movilizado a lo largo de todo el recorrido de la caravana, indicó una fuente del gobierno de la ciudad de Buenos Aires, donde residen tres millones, aunque el área metropolitana aloja a 12 millones.
En el centro de Buenos Aires hay muchos que han venido de otras ciudades, tan lejos como Bariloche (en la Patagonia, sur), o de Rosario, la ciudad de Messi y Ángel Di María, y de las ciudades de la periferia de Buenos Aires.
“El pueblo argentino es muy futbolero, y se nos venía negando los mundiales. Esta nueva camada vino con mucha fuerza. Es muy festejado por las nuevas generaciones. Yo tuve la suerte de ver a (Diego) Maradona jugar, era yo muy chiquito cuando ganó el título de 1986. Esto es muchísimo premio para el pueblo argentino, lo merecía. Esta selección está muy unida al pueblo argentino”, dijo Luciano Peralta, un comerciante de 41 años de Rosario.
El gobierno decretó feriado nacional para facilitar la participación en la fiesta multitudinaria, en un día soleado del inicio del verano austral.
“Voy al Obelisco porque ganó Argentina. Hacía 36 años que no ganaba. Yo tenía 6 años cuando ganó en 1986. No puedo explicar con palabras sino con emoción”, dijo Paola Zattera, una empleada administrativa de 43 años.