Por: Servicios AINI


Ciudad de México, Junio 27.- Una práctica delictiva acecha a personas necesitadas que piden créditos, generalmente por pequeños montos, al tomar ofertas que menudean en las redes sociales. Es la puerta de entrada para quedar en manos de grupos organizados que se encargan de realizar la cobranza con amenazas, además de difundir información falsa entre familiares, contactos y conocidos del usuario que recurrió a esos servicios.

Cada vez más frecuente, se trata de una práctica conocida como “gota a gota digital”, que comenzó a ser usual hace dos años, con el inicio de la pandemia y el aislamiento social, pero se extendió con mayor fuerza en los últimos seis meses, justo cuando comenzaron las presiones en la economía de las familias más necesitadas, de acuerdo con autoridades y especialistas consultados por La Jornada.

El método de operación es el siguiente: una persona solicita un crédito por medio de redes sociales o a empresas que se anuncian en la calle y ofrecen financiamientos de bajos montos (desde 500 hasta 2 mil pesos) en cuestión de minutos. Estas organizaciones, que presumen tener permisos para operar en el sistema financiero –aunque en realidad no tienen autorización–, prometen dinero rápido sin necesidad de revisar información en el Buró de Crédito.

Las supuestas empresas de crédito ofrecen los préstamos en un lapso no mayor a 24 horas, pero solicitan información personal, tal como los datos de las tarjetas de crédito, números de teléfono, correos electrónicos y hasta 10 referencias personales.

Los préstamos son otorgados y se solicita que se paguen en un lapso no mayor a tres meses. Es aquí donde comienzan los problemas, pues en la publicidad aparecen tasas de interés desde 10 por ciento, pero aplican hasta 40 por ciento de intereses diarios o semanales.

“Se debe dejar en claro que no es un tema de instituciones financieras o de despachos de cobranza, es algo que está relacionado con esquemas de delincuencia. Es préstamo y extorsión, es un esquema de fraude y de criminales, y ha crecido de forma digital”, dijo Óscar Rosado Jiménez, presidente de la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (Condusef).

Explicó que no son instituciones financieras ni fintechs, “son fraudes, piden datos personales y las personas los dan, y los ocupan para suplantar la identidad o amenazar y extorsionar, es un tema de policías y ladrones… No todo lo que brilla en Internet es bueno. Si ofrecen estas cosas no hay que caer”.

Rosado Jiménez aclaró que las solicitudes de préstamos son muy comunes y asciendan entre 500 y mil pesos, pero “el problema comienza cuando las tasas de interés son de hasta 40 por ciento semanales… el problema ha crecido sobre todo en los últimos seis meses”.

Sergio Cruz, un joven de 22 años que radica en Guadalajara, se entero de un préstamo de mil 500 pesos por un folleto, le atrajo el hecho que no se revisaba el Buró de Crédito y que el financiamiento le era depositado en un lapso de 24 horas máximo, incluso en fin de semana.

“Yo mandé un WhatsApp y me pidieron 10 referencias personales, mi correo electrónico, foto de mi identificación, CURP y los datos de mi tarjeta y se me hizo normal, me autorizaron 2 mil pesos y lo acepté porque tenía que hacer unos pagos, fue un préstamo para pagar deudas. Entonces lo pedí y me lo dieron”, dijo en entrevista.

“Cuando terminé de pagar el crédito resultó de 4 mil 500 pesos, pero pensé que había sido mi culpa, el problema empezó dos semanas después, hackearon mis datos y me comenzaron a pedir que les volviera a pagar, como no quise, empezaron a mandarles mensajes a mis familiares, con fotos mías, diciendo que era un estafador y un violador de niños”, explicó.

“Después comencé a recibir mensajes de que me estaban siguiendo, que debía pagar o iban a matarme o violar a mi mamá y a mi familia, en ese momento decidí denunciar y hasta ese momento me dejaron tranquilo”, comentó el afectado.

Rosado Jiménez solicitó a las víctimas de estos fraudes –que han crecido más en el centro y sur del país– denunciar ante las autoridades y no caer en “los milagros de Internet, porque los reyes magos no llegan todo el año, menos sin ver como se portó el acreditado”.

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