Por: Edelmiro Castro Sedano

En los círculos políticos de la CDMX y los medios de información escritos, hablados y televisivos se armaron una serie de versiones distintas hasta en el encargado de propaganda del gobierno federal respecto al estado de salud del Presidente cuyos antecedentes nos llevan a recordar que ya fue intervenido quirúrgicamente del corazón y por lo tanto existen los cuidados y atenciones que el caso requiere.

La clase política del país convulsiona y se desmaya cuando se dan a conocer detalles de un padecimiento del Presidente o las probables infecciones, contagios o riesgos en su trabajo de campaña a favor de los candidatos de su partido, en sus recorridos por todos los puntos geográficos del país.

Es muy natural que una persona de la edad sexagenaria del Presidente tenga más probabilidades de un deceso que de un treintañero, dentro de un cálculo lógico de probabilidades, aunque la vida es un don de la Naturaleza que se puede perder en cualquier edad. La experiencia nos lo dicta.

Se puede morir por edad, por enfermedad, por accidente, por suicidio, por homicidio, etc., pero la vida sigue igual. Si esto sucediera se acabó la 4T y el país seguirá empobrecido.

Resulta incomprensible para el común de las personas que en la Oficina de la Presidencia traten de ocultar la realidad, en el caso de que el Presidente llega a sufrir un percance y no informen la realidad, cuando en nuestra época con los medios digitales, escritos y hablados no se ocultan las cosas, al contrario, se descubren otros casos que pretendían ocultar a la opinión pública, ejemplo: la Casa Blanca y la Casa Gris.

Y se da el caso de Carmen Aristegui cuando preguntó por estado de salud de Presidente, sufrió persecución y le fue cerrado el canal en el que trabajaba, algo similar con Carlos Loret de Mola y Brozo. Y eso que vivimos en un país democrático.

Pero en caso de un deceso o atentado, la clase política provoca una alharaca tal que parece que el mundo se acaba y las chachalacas son insuficientes. Sin duda para quienes son parásitos del presupuesto, cualquier movimiento al estado quieto deben sentir que se les acabó la teta.

Si esto que es una situación inocultable les produce escozor, es comprensible entonces el acoso del Presidente a los senadores para desaparecer el INAI (Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales) con el pretexto de que ganan salarios estratosféricos. Con una iniciativa al Congreso para reducirles sus ingresos y ya. Solo que como dice él mismo es porque todos los comisionados fueron puestos por líderes de partidos. Más claro ni el agua, quiere desaparecer al INAI para que sus funciones las realice la Auditoría Superior de la Federación, una dependencia muy opaca desde sus orígenes y afín del mismo. Que le tape, que le cubra sus trastupijes, sus latrocinios y los de su grupo de serviles.

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