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Estados Unidos. Las elecciones intermedias de este martes, que determinarán el control del Congreso y de casi dos tercios de las gubernaturas estatales se realizan ante amenazas de violencia política, maniobras para suprimir el voto, candidatos que difunden anuncios donde aparecen armados, otros que abiertamente declaran que si no ganan es fraude, otros que no ocultan haber sido cómplices del intento de golpe de Estado en enero de 2021 y un creciente coro -incluyendo el presidente- que advierten que la misma democracia estadunidense está en juego.
Todos los 435 escaños de la cámara baja, 35 de las 100 curules del Senado y las gubernaturas y otros puestos claves en 36 estados están en juego. Sin embargo, la gran mayoría de los escaños no están en riesgo de cambiar de ocupante o de partido, y por lo tanto un número reducido de contiendas definirán cuál partido controlará el poder legislativo. Por ahora, los demócratas controlan la cámara baja con una mayoría de 222 contra 213. Se requieren 218 escaños para lograr la mayoría y por lo tanto, solo necesitan cambiar de partido cinco escaños.
En el Senado por ahora hay un empate de 50 contra 50, y cuando las votaciones son empatadas, quien ocupa la vicepresidencia, en su papel de presidente del Senado, puede romperlas con su voto -en este caso, la demócrata Kamala Harris.
En las elecciones intermedias, el partido del presidente casi siempre sufre pérdidas y en vísperas de la eleccion las proyecciones indican que los republicanos conquistarán la mayoría de la cámara baja, pero el control del Senado es incierto (siempre vale recordar que las encuestas fracasaron de manera colosal en pronosticar la eleccion de 2016, donde todas indicaban el triunfo de la demócrata Hillary Clinton). No se puede descartar una sorpresa ante el pronóstico pesimista para los demócratas, sobre todo si hay una participación elevada de mujeres, jóvenes y parte del voto latino y afroestadunidense en esta elección.
A la vez, el conteo final y tal vez hasta el cálculo sobre qué partido logrará una mayoría legislativa no se sabrá el mismo día de la elección, tanto por algunas contiendas muy cerradas como por disputas judiciales y políticas que podrían surgir. De hecho, el proceso electoral ya inició hace días y más de 40 millones de votos ya han sido emitidos de manera anticipada. Algunas disputas ya han estallado con republicanos registrando más de 100 quejas judiciales para descalificar miles de estas boletas emitidas de manera anticipada en tres estados claves de Michigan, Pensilvania y Wisconsin o para depurar las listas del padrón en Georgia, entre otras. Esa maniobras, denuncian críticos, está diseñada para suprimir el voto demócrata.
Pero esta elección no se limita a un concurso electoral tradicional, sino está manchada con las secuelas del intento de un golpe de Estado impulsado por el entonces presidente Donald Trump para revertir su derrota después de las elecciones presidenciales hace dos años. Una mayoría, casi 300, de los candidatos republicanos a puestos legislativos federales y varios estatales rechazan o cuestionan la legitimidad de la pasada eleccion, incluyendo algunos de los más prominentes en este ciclo electoral.
Mientras algunos como las diputadas ultraderechistas Marjorie Taylor Greene y Lauren Boebert y Jim Jordan, entre otros, no ocultan su complicidad con el asalto armado al Capitolio del 6 de enero de 2021 como parte del intento de golpe de Estado para anular la elección presidencial, otros como el candidato a diputado federal por Georgia Mike Collins difunde anuncios de campaña donde declara, con un rifle de alta potencia en la mano, que desea ir a Washington a “componer” el sistema electoral después de que le fue robada la elección a Trump y al final apunta, dispara y destruye una urna. No es el único que glorifica las armas como “derecho sagrado” contra las fuerzas de la “izquierda radical” demócrata.