Por: Eduardo Cruz Carbajal

“Cuando llora el corazón solo Dios escucha…”
Samuel Albaz


Ciudad de México, Agosto 20.- Otra vez yo, con este inmenso dolor que me está matando por dentro, ¡En verdad quiero morirme! ¡Ya no quiero sentir tanta desolación sobre mí! Pero lo peor de todo es que sigo vivo, estoy comprobando que cuando me quiero morir es cuando más vivo estoy, y cuando todo se siente de manera más intensa. En verdad me siento miserable, me siento un fracasado, siento que lo he arruinado todo, ¡Destruí lo que más amaba! Es un dolor que me está consumiendo en vida, un dolor que sé perfectamente cuando inicio, pero que aún no le veo un final, cada vez es más intenso, ¡Mi corazón se siente despojado!

Lo peor de todo es que fui yo quien provoco esto, ser consciente de ello me pesa demasiado, el no tenerte conmigo es sumamente difícil, te extraño, ¡Te extraño mucho! ¡Me duele! Todos los días te pienso, todos los días te añoro, todos los días te recuerdo, extraño nuestra vida juntos, nuestra historia de amor ha quedado con páginas en blanco, no sé si algún día podré perdonarme a mí mismo por el dolor que te he causado, peor un, vivo con la incertidumbre de saber si algún día tú podrás perdonarme.

No me explico cómo he podido seguir adelante con mi vida sin ti, con la herida sangrando en mi corazón, no me explico cómo he podido consolar a otros, cuando por dentro mi alma está desgarrada, tu ausencia es lo peor que me ha tocado vivir, y, sobre todo, cargar con el peso de la culpa que siento por lo que te hice, por favor, ¡Perdóname! Dame la oportunidad de demostrarte cuanto te amo, déjame demostrarte que puedo ser el hombre que es digno de ti, que es digno de caminar tomado de tu mano.

¡Yo te amo! Me duele no poder demostrártelo, sin ti algo me falta, sin ti mi viaje no es el mismo, sin ti me siento vacío, solo quiero compartir todo lo bueno que hay en mí contigo, solo te pido una oportunidad, todos cometemos errores, sin embargo, cada nuevo amanecer es una oportunidad para enmendarlos y rectificar nuestro caminar.

Nuestro Dios es testigo de todo el amor que te tengo y de que no hay mentira en mí, te amo, te amo mucho, no quiero una vida sin ti, quiero una vida caminando contigo, te quero para siempre amado compañero de vida, no estoy dispuesto a dejarte ir, eres un gran amor, por un amor como el tuyo se lucha hasta el último suspiro.

¡Te adueñaste de mi corazón y simplemente te quedaste dentro de él!

Referencias:

Rittner, M. (2016). Aprendiendo a decir adiós. México: Debolsillo.

*José Eduardo Cruz Carbajal (Iguala, Guerrero) es psicólogo con estudios en tanatología. Contacto: psiceduardo15@gmail.com

Comparte en: