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Ciudad de México, Septiembre 2.- Hoy el ketchup es sinónimo de complemento para hamburguesas, patatas fritas o perritos calientes. Está presente en más del 97% de los hogares estadounidenses y se ha convertido en un componente básico en cualquier local de comida rápida del mundo. Sin embargo, lo que en la actualidad es un condimento o aderezo de comida rápida tuvo un pasado muy distinto: fue promocionado como medicina, recetado por médicos y vendido incluso en pastillas como cura para diversas dolencias de salud.
17 de septiembre de 2024, Monroe, Wisconsin, EE. UU.: Una superluna se eleva sobre una cosecha de soja en Malkow Farms el 17 de septiembre de 2024, en Monroe, Wisconsin.
KETCHUP COMO MEDICINA
Aunque hoy asociamos el ketchup con el tomate, sus raíces están en Asia; de hecho, la palabra “ketchup” deriva del término chino “ke-tsiap” (o “kôe-chiap”), que describía un fermentado de pescado y sal al que se atribuía gran capacidad para realzar los sabores y que se creó en la antigua china. Fueron marinos europeos que viajaban por el sudeste asiático durante los siglos XVII y XVIII quienes probaron esta salsa y quedaron fascinados por su particular sabor, así que llevaron el ketsiap a Europa pero sustituyeron el pescado fermentado por otros ingredientes más comunes en el continente como nueces o anchoas en salmuera. Ninguna de esas pruebas en las que se intentó reproducir el ketsiap tenía tomates, ya que los tomates eran considerados peligrosos en aquella época.
¿PUEDE SER UN TOMATE VENENOSO?
En la Europa del siglo XVIII y también en Estados Unidos, los tomates eran vistos con cierto recelo; muchos creían que eran tóxicos por su parentesco biológico con la belladona. Sin embargo, poco a poco científicos y médicos comenzaron a cambiar esa percepción experimentando con ellos. Y así, en 1812, el científico estadounidense James Mease, publicó la primera receta conocida de ketchup con base de tomate. ¿Y cómo pasa el ketchup a la medicina? Gracias al doctor John Cook Bennett quien estaba convencido de que el ketchup de tomate tenía propiedades medicinales (y así lo vendió).
PASTILLAS DE KETCHUP CONTRA LA DIARREA
Diarrea, indigestión… hasta para la ictericia. Las pastillas de ketchup comenzaron a comercializarse en el siglo XIX con la expectativa de curar todas estas dolencias. Bennett aseguraba que el tomate tenía propiedades curativas y consumirlo en forma cruda o como ketchup ayudaba a todo tipo de dolencias. Tanto fue su éxito que transformó el ketchup como tal en “pastillas de tomate”, como versión concentrada de este supuesto producto milagro para la salud. Como cuando algo se pone de moda y tiene éxito todo el mundo quiere replicarlo, otros empresarios, algunos sin formación médica, imitaron a Bennett y en pocos años aparecieron decenas de marcas de pastillas de tomate, como las de Archibald Miles, el Dr. Kilkenny y Guy R. Phelps.
Y siguieron vendiéndose como la espuma. La fiebre por el ketchup “medicinal” llegó a tal punto que incluso se usaba para tratar enfermedades como la ictericia, la fiebre o la sífilis, aunque la mayoría de ellas contenía sobre todo laxantes e ingredientes un tanto dudosos (e incluso peligrosos como el mercurio o el plomo). Pero como la medicina de aquellos tiempos no contaba con mucha base científica, todo era posible.
LLEGA EL ESCÁNDALO FARMACÉUTICO
La hecatombe del “ketchup medicinal” llegó a su fin hacia 1850 debido a una larga lista de escándalos sanitarios (por venta de pastillas de tomate con ácido bórico, benzoico o incluso alquitrán de hulla) y denuncias de víctimas por publicidad engañosa ya que, como no podía ser de otra manera, el ketchup era de todo, menos medicina.
APARECE EL KETCHUP MODERNO: PARA LA COCINA
Tendrían que pasar algunos años más hasta que un empresario con mucha visión, Henry John Heinz, lanzó su compañía H.J. Heinz Company (hoy Kraft Heinz Foods) con un producto estrella: el ketchup de tomate Heinz. A diferencia de los productos anteriores, este ketchup se publicitaba como un producto culinario, consistente, sin conservantes tóxicos, y en un envase transparente para demostrar la fiabilidad de sus ingredientes. No tenía ningún riesgo para la salud y estaba riquísimo. Su salto a la fama no tardó en llegar.
Y así, el lado oscuro del ketchup quedó en el olvido y pasó a convertirse en un acompañamiento ideal de muchas comidas. Poco a poco, se convirtió en el rey de los condimentos y hoy, aunque cuenta con nuevos contendientes como la salsa barbacoa, la mayonesa picante o la salsa mexicana, sigue teniendo una historia de lo más insólita.