Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra de las Niñas y las Mujeres
Por: Alejandra Salgado Romero
“La violencia contra mujeres y niñas es una violación grave de los derechos humanos. Su impacto puede ser inmediato como de largo alcance, e incluye múltiples consecuencias físicas, sexuales, psicológicas, e incluso mortales, para mujeres y niñas. Afecta negativamente el bienestar de las mujeres e impide su plena participación en la sociedad. Además de tener consecuencias negativas para las mujeres, la violencia también impacta su familia, comunidad y el país. Los altos costos asociados, que comprenden desde un aumento en gastos de atención de salud y servicios jurídicos a pérdidas de productividad, impactan en presupuestos públicos nacionales y representan un obstáculo al desarrollo”
ONU Mujeres
La violencia hacia las niñas y mujeres representa una problemática que lacera la vida de muchas familias, de incontables seres humanos en el mundo, y en especial, en nuestro país; por lo que estoy comprometida, -desde hace muchos años-, en conocer, investigar, analizar, reflexionar sobre el tema, además de participar activamente en toda aquella actividad que tenga como causa combatir esta grave situación. En la Declaración sobre la Eliminación de la Violencia contra la Mujer se encuentra como definición de la violencia contra la mujer “Todo acto de violencia que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o sicológico para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la vida privada».
Ante nuestra desoladora realidad, María Salguero, investigadora, activista y creadora del Mapa del Feminicidio en México, aportó que el problema de la violencia en México «es profundo e histórico. Se han acumulado malas prácticas, negligencia e indolencia de distintos gobiernos. Atender este problema requiere tiempo, cambios profundos y transformaciones de política pública, pero también culturales y sociales”. Hombres y mujeres debemos entender y asumir que, para atender y resolver esta grave problemática, los diversos niveles de Gobierno, el sector educativo y las Organizaciones Civiles deben comprometerse y actuar, revisando y si es necesario, adecuando o generando leyes, implementándolas, respetándolas y haciéndolas valer; de forma paralela, se debe aumentar la sensibilización sobre sus causas y consecuencias y fortalecer las capacidades para su prevención y respuesta. Resulta imperiosa la necesidad de cambiar normas y el comportamiento de hombres y niños, y trabajar día a día por la igualdad de género y los derechos de las mujeres, promoviendo la equidad como un enfoque institucional que coadyuva a llegar a tan ansiada meta. Los Gobiernos, las Instituciones y Asociaciones, los Colectivos, las Redes y la sociedad debemos trabajar para hacer posible la ampliación de acceso a respuestas multisectoriales de calidad para sobrevivientes, que incluyen seguridad, refugio, salud, ayuda psicológica, justicia y otros servicios esenciales. Pero sin duda, se demanda de forma inmediata una orientación y asesoría profesional para generar políticas públicas tendientes a ayudar a maximizar las inversiones destinadas a la prevención, comprendiendo que es la solución más rentable y de largo plazo para detener la violencia.
Considero que ninguna persona sobra al sumarse en el combate de la violencia en contra de las niñas y mujeres, que todas las propuestas deben ser escuchadas, analizadas, valoradas. Pero también, que debemos entender la diferencia entre una opinión (válida siempre, pero muchas veces no fundamenta), que se genera en redes sociales, y otra que se presenta como una conclusión obtenida mediante la aplicación de algún proceso formal de investigación. Desde luego, como condición imprescindible, está dejar de subestimar o polarizar el tema, entender que existe, que daña, que no nos permite vivir a plenitud a más de la mitad quienes habitamos en este país, que afecta a todos y todas, que mata, que nos mata… datos para demostrarlo, hay muchos, pero bastará con que cada hombre, cada mujer, cerremos los ojos, recordemos y reflexionemos sobre el momento en el que vivió o fue testigo/a de esta gravísima problemática. Los tipos de violencia en contra de las niñas y mujeres son muchos, y a muchas, como a mí, nos ha correspondido transitar etapas de vida sufriendo algunos de ellos. Por cierto, no siempre se trata de violencia física, sexual o económica, también hay violencia laboral, institucional y hasta social, y es increíble que aún cuando nos preparamos, nos incorporamos al campo laboral, escalamos peldaños a través de mucho esfuerzo y, por ende, consideramos que estamos lejos de poder ser víctimas, la realidad se encarga de recordarte que la violencia en contra de las niñas y mujeres muchas veces es ejercida por quienes tienen poder de decisión en nuestra sociedad, y que te lastima, pues el techo de cristal puede que, en algunos contextos, esté siendo superado, pero han quedado demasiados añicos que nos generan caminos muy difíciles de transitar sin ser víctimas de violencia.
Considero que todas las mujeres, sin presiones, dobles motivos o fines encubiertos, debemos redoblar esfuerzos, por cada una, pero también, por las mujeres y hombres de nuestra familia, por nuestras amistades y entornos. La lucha por la eliminación de la violencia demanda que entendamos que no se trata de un desafío o un pleito en contra de alguien, de algunos/as, sino de seres honestos, respetuosos, tolerantes, empáticos, solidarios y sororales, porque solamente entre todas y todos, de forma coordinada, podemos incidir de forma contundente y a corto plazo. Pero sobre todo, resulta imperativo comprometerse para actuar en congruencia, porque lo más decepcionante y difícil de aceptar para quienes asumimos la no violencia como un estilo de vida, es ser testigo/a de que hay seres humanos que, en los hechos, son totalmente distintos a lo que pregonan, -y que ello incluye a muchos/as servidores/as públicos-, que contribuyen a la simulación, al engaño y por tanto, a perpetuar esta lacerante, dolorosa y devastadora problemática.
Les deseo una semana excelente y agradezco sus aportaciones y/u opiniones a través del correo alejandra.salgado.esdafzk@gmail.com.