“Los árboles cumplen una doble función esencial para la vida: absorben CO2 y generan oxígeno. Sembrar árboles es sembrar oxígeno, algo de vital importancia, ya que se necesitan 22 árboles para suplir la demanda de oxígeno de una persona al día”
AQUAE FUNDACIÓN
Nuestra Madre Tierra necesita de todos y todas. Es necesario participar de forma consciente, propositiva y activa, en su cuidado. En particular, los trabajos de reforestación se enmarcan en el ámbito de la silvicultura y se realizan, habitualmente, con el objetivo de revertir los efectos sobre el paisaje causados tanto por la propia actividad natural (condiciones climáticas), como por la actividad humana. Entre las causas naturales por las que se requiere una posterior reforestación, se pueden mencionar los incendios forestales y la desertización. En cuanto a las causas originadas por la humanidad, encontramos actividades como: la explotación maderera, tanto para uso industrial como doméstico, la explotación de terrenos para usos agrícolas o ganaderos, la ampliación de áreas rurales y los incendios forestales intencionados, entre muchas otras.
La reforestación se define como el proceso de plantar árboles en áreas que han sufrido pérdida o degradación de su cobertura forestal, con el propósito de restaurar o establecer bosques y contribuir así a la recuperación de los ecosistemas naturales. Este procedimiento se puede llevar a cabo en diversos tipos de terrenos, desde zonas urbanas hasta áreas rurales o deterioradas debido a actividades humanas como la tala de árboles.
Las plantas y los árboles aportan múltiples beneficios para el planeta, para las personas y para el resto de seres vivos, entre los que se pueden destacar: producen oxígeno y purifican el aire al retener partículas contaminantes producidas por actividades industriales o de transporte, reducen el carbono en la atmósfera contribuyendo a disminuir el calentamiento del planeta, sirven de refugio a la fauna y propician el establecimiento de otras especies, contribuyen a la fertilización del suelo y regeneran los nutrientes del mismo, evitan la erosión del terreno gracias a la sujeción de sus raíces, reducen la temperatura del suelo, captan agua para los mantos de agua y mantienen limpios los ríos, entre muchos otros. Reforestar, sin duda, contribuye a aumentar nuestras posibilidades de vivir.
Entre las ventajas de reforestar, se destacan: mejorar la cuenca hidrográfica, proteger el suelo de la erosión debida al arrastre de las lluvias, al mantenerlo con las raíces, crear áreas de protección del ganado en ganadería extensiva, proteger los cultivos, creando barreras contra el viento, frenar el avance de las dunas y la desertificación, proveer madera para su uso como combustible industrial o doméstico, protegiendo viejos bosques naturales, aumentar la fertilidad del suelo y sus nutrientes, mejorando las cosechas, reducir el rápido flujo de las lluvias, regulando el caudal de los ríos, evitando reboses y reduciendo la entrada de sedimento, crear áreas naturales recreativas, concienciar y sensibilizar a la población a través de los programas y jornadas de reforestación comunitaria, crear masa forestal donde no existía, amortiguar el ruido de las ondas sonoras, reduciendo los niveles de ruido en calles, parques o zonas industriales, filtrar el aire cálido y refrescarlo, creando zonas de sombra que ayudan a reducir el uso de aire acondicionado en zonas cálidas, crear empleos para la población local, de mantenimiento de las áreas reforestadas, cuidado y conservación, servir como fuente sostenible de madera y contribuir así a la economía local, cuando árboles jóvenes se plantan con regularidad y ayudar a mantener la temperatura y los niveles de humedad en la atmósfera del entorno local, entre muchos otros.
Para la reforestación lo más recomendable es utilizar especies autóctonas, de crecimiento rápido. Las plantaciones y la reforestación de las tierras deterioradas y los proyectos sociales de siembra de árboles producen resultados positivos, por los bienes que se producen y por los servicios ambientales que prestan. La reforestación en principio es una actividad benéfica, desde el punto de vista del medio ambiente, pero también, la plantación de árboles es una necesidad si queremos salvar nuestro planeta y salvar nuestra propia vida.
Es necesario hacer conciencia sobre que se puede reducir el calentamiento global, simplemente mediante la plantación de árboles y plantas. Inclusive, la plantación de árboles en el lugar correcto, alrededor de los edificios y viviendas, pueden reducir los costos de aire acondicionado hasta un 50 %, según estudios hechos por ambientalistas y dependencias internacionales. Reforestar es un proceso que no empieza ni termina con el establecimiento de las plantas, requiere cuidados para su desarrollo. Una mala reforestación, puede incluso dañar el equilibrio de la naturaleza.
Ahora bien, debemos tener claro que la reforestación no es únicamente sembrar árboles, sino que implica: a) Conocer el sitio a reforestar: Debemos visitar el predio para identificar el suelo, la vegetación, el relieve y las condiciones en general; b) Definir la especie o especies a plantar: Se recomienda elegir especies propias de la región, adaptadas a las condiciones del suelo, clima, topografía y disponibilidad de agua, así como cuidar que sean árboles y/o plantas de buena calidad; c) Desyerbar o eliminar maleza: Para evitar que la vegetación no deseada compita con nuestras plantas por la humedad y los nutrientes del suelo; d) Diseñar la plantación: De acuerdo con la especie, el objetivo y la inclinación del terreno, hay que planear la distribución correcta de las plantas, la cantidad y la distancia entre ellas; y, e) Elegir la época adecuada: Debe ser al inicio de la temporada de lluvias para aprovechar la humedad y dar tiempo a que las nuevas plantas arraiguen.
Reforestar puede implicar la restauración de la vegetación nativa y la aplicación de prácticas de manejo forestal sostenible. Su importancia radica en contrarrestar la deforestación, fomentar la biodiversidad, mejorar la calidad del suelo, agua, y mitigar los efectos del cambio climático al absorber dióxido de carbono de la atmósfera. Más allá de sus impactos positivos en el medio ambiente, se destaca por su capacidad para generar beneficios económicos y sociales significativos. Esta práctica no sólo proporciona recursos sostenibles, sino que también impulsa la creación de empleo, fortaleciendo así el bienestar de las comunidades locales.
La reforestación se levanta como el pilar fundamental para construir un mundo donde la armonía entre la actividad humana y la naturaleza sea la clave de una convivencia duradera y sostenible y emerge como una herramienta poderosa para las personas y organizaciones comprometidas con un futuro sostenible, por lo que vale la pena, al estar iniciando la temporada de lluvias en nuestro contexto, participar activamente en ella.
Les deseo una semana excelente y agradezco sus aportaciones y/u opiniones a través del correo alexaig1701@live.com.mx.