EL SISTEMA SEXO – GÉNERO
Por: Alejandra Salgado Romero
“El sistema sexo-género es una construcción sociocultural y es también un sistema de representación que asigna significados y valores, por su sexo y edad, a las personas que son parte de una comunidad”
UNICEF
En las últimas décadas se produjo un importante avance en las Ciencias Sociales, al incorporarse los denominados estudios de la mujer como un nuevo paradigma, generando que el género, como categoría social, se convirtiera en una de las contribuciones teóricas más significativas del feminismo contemporáneo. Esta categoría analítica surgió para explicar las desigualdades entre hombres y mujeres, poniendo el énfasis en la noción de multiplicidad de identidades. Sin duda, lo femenino y lo masculino se conforman a partir de una relación mutua, cultural e histórica. El género es una categoría transdisciplinaria, que desarrolla un enfoque globalizador y remite a los rasgos y funciones psicológicos y socioculturales que se le atribuye a cada uno de los sexos en cada momento histórico y en cada sociedad. Lo femenino o lo masculino no se refiere al sexo de los individuos, sino a las conductas consideradas femeninas o masculinas.
En 1955, John Money propuso el término “papel de género” para describir el conjunto de conductas atribuidas a los varones y a las mujeres. Según Marta Lamas, aún cuando ya en 1949 aparece como explicación en “El segundo sexo” de Simone de Beauvoir, el término género sólo comienza a circular en las Ciencias Sociales y en el discurso feminista con un significado propio y como una acepción específica (distinta de la caracterización tradicional del vocablo que hacía referencia a tipo o especie) a partir de los años setenta. A fines de los ochenta y comienzos de los noventa, el concepto adquiere consistencia y comienza a tener impacto en América Latina. Entonces, las intelectuales feministas logran instalar en la academia y las políticas públicas la denominada “perspectiva de género”. El género, entonces, no es sinónimo de mujer. El término género nos concierne a todos y todas, involucra a hombres y mujeres, al igual que implica la atención de otras categorías como la edad, la etnia, la orientación sexual, la discapacidad y situaciones como el desplazamiento forzado, el conflicto armado, entre otras. En este sentido, se reconoce la diversidad y heterogeneidad de las mujeres y de los hombres, lo cual guarda relación con el concepto de equidad de género, en tanto que implica el reconocimiento y valoración de dicha diversidad y la posibilidad de brindar un trato igualitario en cuanto a ser sujetos de derechos, y diferenciado desde sus propias necesidades.
Algunos (as) autores (as) han concluido que se entiende por género a los conceptos sociales frente a las funciones, comportamientos, actividades y atributos que cada sociedad considera apropiados para los hombres y las mujeres, lo quiere decir que, socialmente se han asignado una serie de roles que marcan lo que se espera frente al comportamiento del sexo masculino y el sexo femenino, lo cual se enseña desde temprana edad y se construye a través de la sociedad y la cultura. Ahora bien, la perspectiva de género implica una transformación social de fondo para la búsqueda de condiciones de equidad, donde hombres y mujeres tengamos la libertad de ejercer nuestros derechos y de construir contextos para el reconocimiento de las desigualdades, acogiéndonos a los marcos normativos, políticos y socioculturales que han evolucionado en materia de reconocimiento de derechos, interiorizando comportamientos, prácticas y costumbres incluyentes y respetuosas de la diferencia. En este sentido, la perspectiva de género tiene que ver con la postura que se adopta para el análisis de las situaciones, que desde un punto de vista sistémico, se relacionan con el género, tales como variables económicas, políticas, sociales, etc., y también variables que constituyen la definición de género en sí, como la orientación sexual, identidad de género, entre otras.
El enfoque de género centra la atención en las condiciones necesarias para garantizar derechos de acceso a bienes y servicios de la sociedad con justicia e igualdad. De acuerdo a investigaciones de Organismos Internacionales se ha determinado que, cuando se garantice que el enfoque de género trascienda a todos los ámbitos en los que se desarrollan las personas, se podrán detectar oportunamente factores de desigualdad discriminación y violencia, y movilizar acciones para transformar las situaciones que perpetúan esas inequidades, forjando la construcción de identidades femeninas y masculinas que no se basen en los comportamientos que socialmente se le han asignado a hombres y mujeres, sino que se genere una distribución justa de los roles, para la construcción de una sociedad más equitativa, democrática y progresista.
Si bien es cierto que la historia ha marcado una pauta frente a lo que es socialmente admitido en cuanto al comportamiento de los hombres y las mujeres, es deber de todos y todas incorporar en los diferentes espacios de vida, los conceptos de perspectiva de género y enfoque de género, que permiten identificar obstáculos que impone la sociedad y que generan inequidades, para transformar y ofrecer una mirada incluyente tanto a hombres y mujeres, desde nuestros intereses, necesidades y prioridades, posibilitando la participación de todos y todas para la construcción de ciudadanía que nos garantice, principalmente, el ejercicio pleno de nuestros derechos y la igualdad de oportunidades.
Les deseo una semana excelente y agradezco sus aportaciones y/u opiniones a través del correo alexaig1701@live.com.mx.