Día Escolar de la No Violencia y la Paz

“No hay camino para la paz: la paz es el camino».

Mahatma Ghandi

Por: Alejandra Salgado Romero

Con la finalidad de fomentar en las instituciones educativas valores y acciones orientadas a promover la no violencia y la paz, cada 30 de enero se conmemora el Día Escolar de la no violencia y la paz. En nuestro contexto, en el que desafortunada y lamentablemente la violencia se ha vuelto una constante, cobra relevancia citar que la educación, en y para la tolerancia, la solidaridad, la concordia, el respeto a los Derechos Humanos, la no-violencia y la paz son aspectos que deben abordarse diariamente en el currículum explícito en los centros educativos, pero también, en el oculto. Con motivo de esta fecha, los centros educativos deben refrendar su compromiso como defensores de la paz y entendimiento entre personas de distinta procedencia y modos de pensar. En ese día se celebra el aniversario de la muerte del Mahatma Gandhi (India, 1869-1948), líder pacifista que defendió y promovió la no violencia y la resistencia pacífica frente a la injusticia. Esta jornada se celebra desde 1964 y está reconocida por la ONU desde 1993.De forma por demás lamentable y desafortunada, son muchos los conflictos que se están suscitando en el mundo, pero también, es mucho mayor la cantidad de información que se consigue al respecto. Niñas, niños y jóvenes, están expuestos/as, de forma constante, a través de con textos, datos, infografías, entre otros, a enfrentar una realidad cada vez más violenta, en la que, además, resultan involucrados de forma directa.

La escuela es un reflejo de una sociedad con la que comparte características, pero en ella también se educa para la vida y se busca desarrollar en las y los alumnos las capacidades y competencias necesarias para una participación social activa. Por todo ello, la educación contribuye a la concienciación de todas y todos en la construcción de un mundo mejor, un mundo más justo y más humano, que permita que todos los individuos tengan la misma oportunidad de desarrollar plenamente sus facultades en el seno de una sociedad democrática, libre, justa, responsable y en paz. Esta conmemoración representa una oportunidad más de contribuir a que las escuelas se conviertan en instrumentos de paz y entendimiento entre personas de distinta formación, raza, cultura y religión. Una educación inspirada en una cultura de no violencia y paz permitirá a niñas, niños y adolescentes, adquirir conocimientos, actitudes y competencias que refuercen su desarrollo como ciudadanos/as globales críticos y comprometidos/as con sus derechos y los de otras personas. Esta conmemoración, que fue declarada por primera vez en 1964, por su temática general de no violencia, resolución de conflictos y convivencia, puede trabajarse en todos los niveles educativos. Surgió de una iniciativa pionera, no gubernamental, independiente, y voluntaria de Educación No-violenta y Pacificadora del profesor español Llorenç Vidal, teniendo como objetivo la educación en y para la tolerancia, la solidaridad, la concordia, el respeto a los Derechos Humanos, la no-violencia y la paz. En este día, se debe reforzar el compromiso de lograr que los centros escolares se conviertan en instrumentos de paz y entendimiento entre personas de distinta formación, raza, cultura y religión. El mensaje básico de este día, según organizaciones no gubernamentales, es: “Amor universal, No-violencia y Paz. El Amor universal es mejor que el egoísmo, la No-violencia es mejor que la violencia y la Paz es mejor que la guerra”.

En la mayoría de los países, las niñas, niños y jóvenes pasan más tiempo bajo el cuidado de adultos en establecimientos educativos que en ningún otro sitio, además de sus casas. Por ende, las escuelas desempeñan una importante función en la protección de los infantes y jóvenes contra la violencia. Quienes tenemos la gran responsabilidad de trabajar en centros educativos, tenemos el deber de proporcionarles un ambiente de seguridad e impulsar su dignidad y su desarrollo. Desafortunadamente, en muchos casos, los establecimientos educativos exponen a las y los estudiantes a la violencia e incluso pueden enseñarles a usarla. La percepción pública de la violencia en las escuelas se ha visto influida por la atención de los medios de comunicación hacia incidentes extremos en los que se han producido tiroteos y secuestros de escolares, protagonizados inclusive por alumnos (as). La violencia perpetrada por docentes u otros trabajadores (as) de la escuela, puede revestir la forma de castigos corporales, diversos castigos psicológicos crueles y humillantes, violencia sexual o motivada por el género y acoso entre compañeros/as. La violencia en las escuelas también se produce en forma de peleas y acoso entre estudiantes. En algunas sociedades el comportamiento agresivo, incluidas las peleas, se percibe como un problema menor de disciplina. El acoso entre compañeros/as suele ser verbal, pero a veces también se produce violencia física. Las escuelas se ven afectadas también por los sucesos que tienen lugar en la comunidad en general, por ejemplo, por la presencia acusada de bandas y de actividades delictivas relacionadas con ellas, especialmente las que tienen que ver con las drogas. Diversos estudios han demostrado que en los centros educativos también tiene lugar la violencia sexual y la violencia por motivos de género. En gran parte esta violencia la ejercen los docentes y estudiantes varones contra las mujeres. En muchos países, la violencia ataca también cada vez en mayor medida a las personas jóvenes homosexuales, bisexuales y transgenéricas.

Para combatir y eliminar todo lo anterior, hace falta la decidida participación de quienes laboran en los centros escolares, apoyándose en un proceso de capacitación continua sobre el tema. Por ejemplo, Desde la Guía para Docentes para Poner Fin a la Violencia en la Escuela, la UNESCO realiza las siguientes propuestas para establecer una cultura de paz para afrontar las situaciones de violencia dentro de los establecimientos educativos, citando como primordiales los siguientes puntos: 1. Abogar por un enfoque holístico que involucre a las y los estudiantes, el personal de la escuela, los padres de familia y la comunidad; 2. Lograr que sus estudiantes se involucren en la prevención de la violencia; 3. Utilizar técnicas y métodos de disciplina constructivos; 4. Ser un factor activo y eficaz para poner fin al acoso; 5. Fomentar la capacidad de adaptación de las y los estudiantes y ayudarles a afrontar los retos de la vida de modo constructivo; 6. Ser un modelo de conducta positivo denunciando la violencia sexual y por razones de género; 7. Promover los mecanismos de seguridad escolar; 8. Brindar espacios seguros y acogedores para las y los estudiantes; 9. Adquirir aptitudes de prevención de la violencia y resolución de conflictos y transmitirlas a las y los estudiantes; y, 10. Reconocer la violencia y la discriminación contra los estudiantes discapacitados/as y los/as procedentes de comunidades indígenas o minoritarias y otras comunidades marginadas.

Está demostrado que la transmisión de conocimientos no es más que una parte de la labor de las y los docentes, pues estos/as también contribuyen de modo decisivo al desarrollo emocional y cognoscitivo del niño (a) y desempeñan una función esencial en el desarrollo y las transformaciones sociales. A pesar de que, lamentablemente, algunos (as) estudiantes son víctimas de la violencia en el hogar, en la escuela se les puede inculcar otros modos de ser, creando modelos de comportamiento constructivos y no violentos y fomentando la empatía y las aptitudes para resolver los conflictos de forma pacífica.

Les deseo una semana excelente y agradezco sus aportaciones y/u opiniones a través del correo alexaig1701@live.com.mx.

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