Por: José Eduardo Cruz Carbajal
Ciudad de México, Septiembre 30.- ¡Como sufre un corazón al romperse! Se siente abandonado, triste, traicionado, ¡Con nada puede ser consolado! He acompañado a varios corazones que con tristeza llegan a mi consultorio a compartirme la noticia de que su historia de amor ha terminado, un dolor que creo a nadie le es ajeno, pero que muy pocas veces es acompañado. Se invisibiliza con consuelo barato: “una espina saca otra espina”, “Ya encontrarás a alguien más”, “mujeres hay muchas”. Aunque ciertamente se puede encontrar a alguien más, y hay mucha gente que estaría dispuesta a compartir su vida, el corazón herido no quiere a nadie más, solo tiene ojos para su amado, aunque ese amado le haya dejado, y…una espina no saca otra espina, solo enmascara el dolor producido por la soledad.
El corazón se rompe simplemente por el sentimiento de abandono, por esos sueños, esos proyectos que se tenían en común y que en un abrir y cerrar de ojos ya no serán más, por esa boda que ya no pudo ser, ese viaje juntos que quedo pendiente, esas charlas y esa mutua compañía que se disfrutaba cada noche y que de repente se terminó, a veces sabiendo que la historia acabaría, en otras la historia terminó sin razón alguna, simplemente un miembro de la pareja decidió ya no ser parte de la vida de su compañero.
Con gran pesar me han preguntado: ¿Cómo me quito este dolor?, ¿Qué hago para olvidarlo?, ¿Qué voy a hacer con todo este amor? Cariñosamente escucho a ese corazón herido, permito que me cuente su historia, sus ojos brillan al recordar a quien cautivo su corazón, una sonrisa se dibuja en el rostro al mencionar el nombre de aquel gran amor, entre risas me comparte cómo fue su primera cita, pero también, con lágrimas en los ojos, me cuenta la parte de la relación que no le hace sentir tan orgulloso, o que le causaba dolor, con desesperación me pregunta, ¿Qué hice mal? ¿Por qué este amor no fue suficiente para atravesar esa mala racha?, ¿Por qué se fue sin decir adiós?
Después de un proceso de lágrimas, avances y recaídas, ese corazón sana, sus heridas son vendadas y extrañamente crece, se hace más grande para dar cabida en su interior a nuevos amores que le llenan el alma, recordando con gran cariño a aquel gran amor y situándolo en un sitio muy especial, comprendiendo que el gran amor por aquel que fue su compañero de vida y cómplice nunca va a terminar si éste fue un buen amor, solo se transformará en un amor ya no erótico, sin fraterno, y si fue un mal amor, el corazón aprende aquello que es inaceptable para él, aprende a cuidar de sí mismo e ir en busca de corazones que sean lo más parecidos a él.
Referencias:
Pérez, G. (2019). Convénceme de vivir. México: Diana.
*José Eduardo Cruz Carbajal (Iguala, Guerrero) es psicólogo y maestro en tanatología. Contacto: psiceduardo15@gmail.com