Por: Edelmiro Castro Sedano

El plan B propuesto por el presidente Andrés Manuel López Obrador no es más que la perversa intención, anunciada hace ya algún tiempo y que ahora que se ve llegar el proceso electoral del año 2024, quiere desmantelar y debilitar al Instituto Nacional Electoral (INE) para que sea el gobierno quien maneje las elecciones en todo el país y así le favorezcan los resultados a los candidatos en todas las contiendas electorales futuras. Como hace 40 años del priato.

Según las palabras del secretario de Gobernación, Adán Augusto López, lo quieren destazado, no le quieren hacer al INE un discreto corte con la maestría del bisturí, sino un vulgar machetazo de carnicero profesional.

En 2007 los partidos políticos de izquierda exigieron poner límite a la propaganda del partido en el poder, ahora que Morena está en el gobierno curiosamente la misma propaganda se ha hecho aceptable. Desean impedir la cancelación del registro de un candidato aunque rebase el tope de gastos y no entregue el informe de pre campaña, lo cual nulifica la Ley.

Otro caso es el recorte del 84.6 % en el Servicio Profesional Electoral, con ello elimina el área administrativa del INE. En todo el país existe la infraestructura para procesar las credenciales de elector que también son útiles como identificación. Ahora suprime los módulos y se busca que ese servicio se haga en edificios prestados, escuelas, centros de salud, cuyas funciones no son acordes con las del INE. Solo falta que quieran que maestros, enfermeras y médicos las asuman. Se nota que desconocen la realidad de la inmensa mayoría del territorio nacional cuyas carencias son elementales: agua, electricidad, vías de comunicación, personal capacitado. AMLO desea que el INE llegue de arrimado o limosnero pidiendo alojamiento gratuito. ¿Por eso y para eso son los recortes?

AMLO dijo: ¿Cómo se va a poner en riesgo la elección si quien ha hecho valer la democracia en el país ha sido el pueblo? Mentira, mentiroso. El pueblo sólo vota, el defensor del resultado es el INE quien junto a los mexicanos que colaboraron la jornada electoral, otorga el reconocimiento del triunfo al candidato. No olvidar la elección fraudulenta de Salinas, gracias a la trampa de Bartlett. El relleno de urnas no es imputable al INE sino a los políticos chicharroneros que no admiten su derrota y con ello buscan revertir el resultado. Marrulleros seguidores de AMLO. Lo mismo sucede con las actas de escrutinio. Políticos ávidos de poder, capaces de incendiar casillas para alzarse con una victoria ilegítima, émulos del Peje. La compra de votos la practican quienes disponen de dinero para corromper a los electores, políticos al servicio del gobierno que disponen del dinero de los mexicanos para comprar voluntades y conseguir sus fines oscuros.

Sí, efectivamente al Peje le dieron su registro como candidato del PRD al gobierno del D.F. sin reunir el requisito de residencia por orden de Ernesto Zedillo, quien quiso prevenir marchas, toma de avenidas, incendio de oficinas. Claro que habla con conocimiento de causa, él ha sido el protagonista de todas marrullerías conocidas en el ámbito político nacional, que no son propiciadas por el INE sino por partidos y políticos acostumbrados a chantajear al gobierno. Póngase el saco a quien le quede, ya saben a quien.

Su discurso torcido ha cautivado a miles de mexicanos que aún no perciben el daño que está causando al país, a las instituciones y a los otros Poderes de la Unión, mediante amenazas directas o veladas. No olvidar, “primero los pobres”, sin Seguro Popular, sin medicinas ni guarderías.

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