Por: José Eduardo Cruz Carbajal

“En el día que temo, yo en ti confío”.
Salmos 56:3


Iguala, Guerrero, Julio 15.- Ya un mes sin ti, es increíble el paso de los días, es increíble como el tiempo sigue corriendo, el día sigue teniendo veinticuatro horas y la semana siete días. ¡Me siento burlado por la muerte! En un abrir y cerrar de ojos te arrebato de mi lado, dejándome un gran dolor y un vacío en mi corazón, y ahora, ¿Pretende que yo siga con mi vida como si nada hubiera pasado? ¡No quiero continuar sin ti! ¡Es un peso muy grande para ser soportado! Me siento sobrepasado, ¡Me haces falta tú!

No he dejado mi rutina, despierto, me baño, me visto, voy al trabajo, pero me siento fuera de este mundo, yo mismo me sorprendo de mi funcionalidad, es por la gracia de Dios que sigo en pie, esa es la única razón que encuentro ahora. Solo Él me ha sostenido, solo Él me ha guardado, es su cuidado lo que no me ha dejado desmayar. A veces tengo miedo, mucho miedo, por mi mente pasa la pregunta de ¿Qué va a ser de mí ahora? ¿Cómo he de continuar?

Aún recuerdo los días en los cuales velaba tu sueño en el hospital, era tan consciente de que el final estaba cerca, solo que para mí llego demasiado pronto, creo que ya lo he dicho antes, pero, ¿Qué más da decirlo una vez más? ¿Por qué me prepararon para todo menos para la muerte? ¿Por qué si sabían lo mucho que duele perder nunca me dijeron que la pérdida es inevitable? Por las noches inundo mi almohada con lágrimas, preguntándome por el sentido de mi vida sin ti, peleándome con la idea de que debí haber muerto yo y no tú, ¡Tú amabas la vida! ¡Yo era el amargado! Al parecer murió el hombre equivocado.

La iglesia ha sido un gran paliativo para mí estos días, es un lugar que me da paz, acudo a ella, aunque no sea un día de servicio, doblo mis rodillas con la intensión de orar, pero lo cierto es que termino llorando, sé que quizás no fue el tipo de comunión que esperaba tener con Dios, pero salgo de allí con un peso menos, no sé cómo explicarlo, es como si Dios me tomara en sus brazos mientras mi alma se desborda, las palabras no salen de mi boca, pero Él ha visto el estado de mi ser. Por respuesta he obtenido su silencio, pero también su compañía. Vaya manera de responder, no siempre como yo quiero, pero siempre dándome lo que yo necesito.

Ahora nuestra relación es distinta, lo sé, ya no vives conmigo, pero vives en mí, comprenderlo intelectualmente es sencillo, pero en la vida diaria se vuelve complicado, ¡Como quisiera verte! ¡Como quisiera escucharte! ¡Tan solo una vez más! No he soñado contigo, algo que he escuchado que ha mucha gente le pasa cuando uno de sus seres queridos ha muerto. A mí no me ha pasado, y sinceramente quiero soñarte, quiero volverte a ver. Nuestra deuda esta saldada, sé que estamos en paz, es solo que este corazón necio y testarudo no te quiere soltar.

*José Eduardo Cruz Carbajal (Iguala, Guerrero) es psicólogo y maestro en tanatología. Contacto: psiceduardo15@gmail.com

Comparte en: