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Ciudad de México, Noviembre 14.- A veces creemos que desahogarse es liberar el corazón, pero un estudio revela que ese impulso casi instintivo podría avivar aún más la ira en lugar de calmarla.

La investigación, publicada en Clinical Psychology Review y basada en el análisis de cientos de estudios sobre manejo emocional, cuestiona la idea tradicional de la “catarsis” y demuestra que las técnicas de activación fisiológica reducen la ira con mayor eficacia.


El mito de la catarsis: ¿por qué ventilar el enojo no ayuda?


Durante décadas ha circulado la idea de que liberar emociones negativas —gritar, golpear objetos, desahogarse— funciona como válvula para la ira. Sin embargo, la investigación reciente desmonta esta creencia.


Los datos lo confirman


La revisión de 154 estudios con más de 10 000 participantes encontró que actividades que elevan la excitación fisiológica (como correr, golpear objetos o gritar) no reducen la ira y en algunos casos la agravan.


En contraste, intervenciones que disminuyen la activación corporal —como meditación, respiración tranquila o yoga lento— mostraron efectos significativos en la reducción de la ira.


¿Por qué falla el desahogo emocional?


El mecanismo parece residir en que el desahogo activa el sistema nervioso simpático (aumenta pulso, hormonas de estrés, excitación). Esa elevación mantiene la ira viva, en lugar de liberarla.


¿Qué funciona mejor para calmar la ira?


Si no es el desahogo, ¿qué estrategias muestran eficacia? Aquí el estudio aporta claridad: el foco debe estar en reducir la activación fisiológica, no en liberarla mediante volcán emocional.


Técnicas efectivas basadas en evidencia


Respiración diafragmática profunda.


Yoga de flujo lento.


Relajación muscular progresiva.


Meditación y mindfulness.


Estas prácticas permiten bajar la “temperatura” interna antes de que la ira se convierta en agresión o resentimiento.


Aplicación práctica para el día a día


Cuando sientes que la ira sube: detente 30 segundos, respira profundamente, cuenta hasta 10.


Utiliza movimientos suaves (estiramiento, caminar despacio) en vez de explotar con golpe o grito.


Evalúa qué desencadenó la emoción: a menudo no es solo el hecho sino la interpretación que le damos.


Imagina un motor al rojo vivo: sacarlo de su espacio y gritar al costado no lo enfría; lo hace estallar aún más. Lo mismo ocurre con la ira. Ventilarla es como abrir la tapa del motor en llamas. Lo que realmente funciona es reducir la temperatura, bajar las revoluciones y poner el coche en marcha lenta.

La idea de que desahogarse puede no ser realmente bueno para reducir la ira obliga a repensar muchas creencias sociales (y masculinas) sobre “soltar para sanar”. La próxima vez que sientas el calor de la rabia, prueba la pausa en lugar del grito. Y aunque las técnicas mencionadas son accesibles, ninguna sustituye la consulta con un terapeuta o médico especializado cuando la emoción domina la vida diaria.