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Ciudad de México. A las 12:00 horas del 1 de noviembre, con dos toques largos y dos toques cortos, inició el tradicional Campanario de la iglesia de San Sebastián mártir, en la comunidad La Orduña, municipio de Coatepec, una ceremonia con más de 200 años de antigüedad.


El repicar de las campanas da la bienvenida a las almas que llegan a la tierra y es un llamado a unirse a un festejo que incluye un fandango y desfile de Catrinas, conjugado con el tradicional altar donde invitan a degustar los tamales, el mole, el atole de masa y los dulces de pepitoria; los vecinos abren las puertas de sus casas para que los visitantes, al igual que las almas, lleguen a la mesa y disfruten de las viandas, pues toca velar entre cantos y oraciones.


La visita al panteón es con una ceremonia de oración y la bendición de tumbas. Por la noche hay desfile y danzas de la región.


La iglesia de La Orduña fue escenario de una película filmada en 1996 llamada Julio y su Ángel, por lo que todos los años es proyectada.


Por la noche, para empezar la velada, se realiza el recorrido del campanero, que va por todos los barrios para recoger tamales que servirán para aguantar las horas siguientes en los que continúa la convivencia con las almas, en medio de un fandango en las calles y en el panteón.


La fiesta culmina en punto de las 12:00 horas del 2 de noviembre y las almas son despedidas con una misa solemne y con la esperanza de volver a encontrarse y celebrar el siguiente año.


Un ritual similar se lleva a cabo en el pueblo mágico de Naolinco, donde la tradición de La cantada es celebrada la noche del 1 de noviembre e inicia en el panteón local, que se ilumina con las luces de las veladoras. Los visitantes hacen oraciones y cantan alabanzas en las tumbas, luego comienzan un recorrido casa por casa, en los altares. En agradecimiento, los moradores regalan una merienda consistente en tamales, pan, chocolate o atole y una copa de licor afrutado.

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