Por: Netza Albarrán Razo
En la era digital, donde la tecnología avanza a pasos agigantados, es fundamental que las instituciones públicas se adapten para mantenerse vigentes y ofrecer servicios eficientes a la ciudadanía. El Instituto Nacional Electoral (INE) ha tomado un importante primer paso al iniciar la transformación digital del Registro Federal de Electores, con el objetivo de desarrollar una credencial digital para votar que funcione también como identificación oficial. Esta iniciativa no solo es necesaria, sino urgente, y merece ser apoyada.
La credencial para votar ha sido un pilar de identidad en México durante décadas. Sin embargo, en un mundo donde las interacciones digitales son la norma, el uso de una identificación física empieza a resultar anticuado y, en algunos casos, insuficiente. La creación de una credencial digital representaría un avance significativo en términos de seguridad, practicidad y eficiencia.
Primero, la digitalización de la credencial brindaría una solución innovadora para evitar la falsificación o el robo de identidad. En un entorno donde los datos personales se han vuelto un bien valioso, es vital contar con herramientas tecnológicas que fortalezcan la protección de la identidad de los ciudadanos. Una credencial digital puede integrar mecanismos de autenticación robustos, como la biometría o la verificación en dos pasos, que incrementen la seguridad frente a los documentos físicos.
Además, una credencial digital facilitaría procesos burocráticos y reduciría tiempos de espera. Las personas podrían acceder a servicios de manera remota, eliminando la necesidad de desplazarse o de llevar consigo documentos físicos. En un país con una infraestructura tecnológica cada vez más robusta, es imperativo que las instituciones sigan este ritmo de modernización. La pandemia nos enseñó la importancia de la digitalización en sectores esenciales, y la identificación ciudadana no puede quedarse atrás.
Por otro lado, la creación de esta credencial no solo mejoraría la interacción entre el INE y los ciudadanos, sino que también abriría la puerta a un sistema electoral más accesible y seguro. A futuro, esta transformación podría allanar el camino para la votación electrónica, lo cual sería un verdadero salto cualitativo en la democracia mexicana.
s entendible que este tipo de cambios generen preocupaciones, especialmente en relación con la seguridad digital y la privacidad de los datos personales. No obstante, estas preocupaciones pueden ser abordadas si se implementan estrictas medidas de seguridad y se sigue un proceso transparente y regulado. El INE ha demostrado ser una institución sólida, con capacidad técnica y compromiso hacia los derechos ciudadanos. Con la adecuada supervisión y el desarrollo de estrategias tecnológicas bien planeadas, es posible garantizar que la credencial digital sea segura y confiable.
La consejera Carla Humphrey, presidenta de la comisión del Registro Federal de Electores, ha destacado que este es el momento adecuado para que el INE emprenda esta transformación, justo después del proceso electoral más grande en la historia del país. Es un momento propicio para mirar hacia el futuro y pensar en cómo podemos seguir fortaleciendo nuestra democracia, no solo a nivel electoral, sino también en los servicios que el INE ofrece a la ciudadanía.