Por: Álvaro Venegas Sánchez

No importa cuántos ni quiénes atendieron la invitación y llegaron a la cita. El protagonismo no era lo fuerte de los luchadores de antes. La fortaleza de su lucha la generaban apenas repartiendo volantes y voceando en las calles, plazas, terminales de autobuses y mercados valiéndose de algún aparato de sonido conectado a la batería del carro que voluntariamente alguien ponía a disposición. Los medios de comunicación sólo pagándoles y en ocasiones ni así aceptaban publicar algún comunicado a la opinión pública. Al contrario, generalmente siempre obsequiosos a indicaciones de políticos y gobierno para descalificar y reprimir cualquier intento de organización e inconformidad social.

La invitación a convivir un momento con la vieja guardia, programática y visionaria en esta ciudad, estableció que el propósito único era, y fue, un reencuentro fraternal y degustar un platillo casero pagado con coperacha de todos; como antaño, no como ahora. Aquellos que rebasan los 70 años de edad no están ya para planes y proyectos políticos y menos para asambleas y discusiones desgastantes. No por causa de la edad precisamente. Saben, sienten que aportaron y fueron útiles para abrir brechas para que otros transitaran; mismos que ahora, los ven con indiferencia y los han desechado.

Esta generación de luchadores, permeada por la ideología, sacrificio y tesón de miembros del Partido Comunista Mexicano, rememora los debates en las universidades y en los cursos de verano de la Normal Superior, cuando el PCM de la clandestinidad planteó insertarse en la lucha electoral contra el PRI y el PAN. Los radicales de entonces, que se consideraban “puros” e “independientes” de los partidos, se desgañitaban llamando despectivamente “pescados” a los comunistas y al PCM de hacerle el juego al sistema. El activismo de los contrincantes los llevó a enarbolar la consigna de “rechazo y a la farsa electoral”, haciendo creer que estaban por luchar por un cambio político y social mediante la vía armada. Por supuesto, hubo grupos guerrilleros, pero para muchos fue sólo una pose discursiva. Al paso de los años, varios de esos que denostaron la lucha electoral del PCM lo rebasaron y sin mayores dificultades pronto llegaron a diputados federales y senadores, favorecidos por pugnas inter priistas.

Por este motivo, hoy aquellos que corrieron riesgos para abrir caminos, unos prefieren vivir sus sueños en aislamiento; porque perciben que la lucha actual es por intereses hasta personales. Algunos, se mantienen vigentes aguantando cierto desdén por quienes piensan que la lucha empezó cuando llegaron ellos y por tanto merecen todo y más. Peor aún, otros, convencidos de que lo que se ha logrado, no es por lo que luchaban, de plano han pasado al bando que combate al gobierno que impulsa la Cuarta Transformación.

Mucho de todo esto afloró en la conversación de la vieja guardia. Incluyendo infinidad de anécdotas de cómo el PRI controlaba el voto y hacía fraude para mantenerse en el poder. Sin amargura ni reproches. Los que hablaron, todo ven a la distancia con la satisfacción de haber cumplido en su tiempo. Al final, rifa sorpresa de 5 ejemplares del libro ARNOLDO MARTÍNEZ VERDUGO, Obra de un dirigente comunista. Motivado, precipitadamente tuve que devorar la presentación que hacen López Obrador, Elvira Concheiro, Pablo Gómez y Martí Batres, para compartirla “a mis cuatro lectores”, así sea con brevedad obligada.

AMLO dice: Martínez Verdugo, fue de origen humilde, hijo de un peón en una hacienda llamada Nuestra Señora de las Angustias, en lo que hoy es Pericos, Sinaloa. Platicaba con orgullo de sus orígenes y de los esfuerzos de sus padres para enviarlo a estudiar al capital del estado. En Culiacán conoció la lucha sindical gracias a sus tíos, que lo recibieron en su casa; ellos eran combativos maestros de los tiempos del cardenismo. Su congruencia y honestidad deberían ser virtudes esenciales de quienes se dedican a la actividad política.

Elvira Concheiro: lo que los comunistas llamaban ELABORACIÓN PROGRAMATICA, adquirió con Arnoldo un sentido complejo y creativo que reclamaba el estudio socio económico y político de México. Es esto que convierte a esta obra no sólo en un homenaje a una personalidad muy relevante de las izquierdas mexicanas, sino en herramienta para la comprensión del momento actual.

Pablo Gómez: Martínez Verdugo tuvo la cualidad de la perseverancia en el espíritu crítico. Aun cuando era solidario con sus compañeros y con su partido como un todo orgánico, practicó la crítica del oportunismo, así como el socialismo de Estado y la ideología soviética.

Martí Batres: Arnoldo fue siempre fiel a sus ideales y actor clave en el proceso para unificar a las fuerzas progresistas y de izquierda, incorporando a muchos ciudadanos sin partido que hicieron posible la insurgencia cívica de 1988.

Un servidor nunca se afilió al PCM, tampoco al PRD y no creo hacerlo a Morena. Creo sin embargo haber estado y seguir siempre del lado de las causas justas. Empero, reconozco y admiro a los personajes cuyo pensamiento he abrevado.

Iguala, Gro., octubre 3 del 2022.

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