Por: Álvaro Venegas Sánchez

El martes 23 de agosto, después que Antonio Guterres, secretario general de la ONU abrió el debate, la Asamblea General se estremeció con las participaciones de Lula, presidente de Brasil; Gustavo Petro, de Colombia; Gabriel Boric, de Chile; Macron, de Francia y Donal Trump, de Estados Unidos.


Petro, respecto a las 14 personas asesinadas por ataques estadounidenses a embarcaciones que supuestamente transportaban drogas, aseveró que el jefe de la Casa Blanca debe ser investigado por ordenar los disparos contra jóvenes que simplemente querían escapar de la pobreza y aseguró que los traficantes viven en Miami; residen a un lado de la casa de Trump. Los delegados de Estados Unidos no aguantaron crítica tan fuerte a la política contra las drogas y abandonaron la sala. Posteriormente por participar en un acto de protesta en New York, le quitaron la visa. De regreso a Colombia, dijo no interesarle tener visa y se declaró Ciudadano del mundo.

Luis Ignacio Lula da Silva, arremetió contra “las fuerzas antidemocráticas que intentan subyugar a las instituciones y sofocar las libertades”, rechazó las amenazas de Washington contra Brasilia en represalia por el juicio contra el expresidente Jair Bolsonaro, acusado éste de intentar un golpe de estado al calcular su derrota en las elecciones e impedir que Lula tomara posesión; además, “nada justifica absolutamente el genocidio que se comete en Gaza”, declaró contundente.


En el turno, Gabriel Boric, se pronunció por llevar ante la justicia internacional al primer ministro israelí Benjamín Netanyahu: “no quiero verlo destrozado por un misil junto a su familia, deseo verlo a él y los responsables del genocidio enfrentados ante un tribunal internacional”. Por su parte, el francés Emmanuel Macron, quien habló enseguida del discurso incendiario de Trump, advirtió que los críticos más duros de la ONU “son aquellos que están más interesados en dividirse el mundo que en alcanzar el bien común”.


Trump hizo uso del podio, después del secretario Guterres, la presidenta de la Asamblea, Annalena Baerbock y Lula; los tres habían invitado a la unidad contra el cambio climático, la pobreza y las desigualdades mundiales, así como para abordar el tema de las guerras en Gaza y Ucrania. Desde luego no iba a matizar, su extenso mensaje fue explícitamente opuesto al de los primeros oradores que, en esencia, habían expresado el consenso de la abrumadora mayoría integrada por 193 miembros de la Organización de las Naciones Unidas.

A la presidenta, Baerbock, fue una política integrante del Partido Verde de Alemania, prácticamente la encaró dedicándole amplia parte de su discurso atacando el concepto del cambio climático: “si no se apartan de esta gran estafa de energía verde y cambio climático, tu país fracasará”, le dijo; incluso recordó que por ello el gobierno de EU se retiró de los Acuerdos de París sobre clima. Para él, “la inmigración y el alto costo de la llamada energía verde están destruyendo el mundo. Se necesitan fronteras fuertes y fuentes de energía tradicionales para progresar”. “Por la migración descontrolada y el “falso” problema del cambio climático, sus países se están yendo al infierno” y para evitarlo, vengo aquí a ofrecer la mano del liderazgo y amistad estadounidense a toda nación dispuesta a forjar un mundo seguro y próspero”.

En su perorata presumió que en siete meses ha puesto fin a siete guerras (una por mes), quién sabe cuáles, porque ni la de Ucrania-Rusia ha terminado. Al menos que sean las arancelarias. Esas todas las ha ganado. En cambio reclamó que Naciones Unidas, “tristemente no hizo nada”.


Por si faltara, se auto congratuló de sus éxitos internacionales y de las medidas autoritarias impuestas en la unión americana, incluido haber ordenado el despliegue de tropas en las calles de la capital de EU y las medidas anti migrantes a escala nacional. Por lo cual, insinuó con arrogancia, amerita “le otorguen el Premio Nobel de la Paz”.


La tribuna de la Asamblea General de la ONU, sirvió entonces para que Donald Trump desahogara lo que traía en el pecho. No pretendió ni fue para dar tranquilidad a la humanidad sino para decirle a los gobiernos de la derecha mundial, aquí está su líder. En tanto, para al resto, progresistas y demás, el mensaje fue: ustedes deciden, conmigo y con Estados Unidos o el infierno.
Iguala, Gro., septiembre 29 de 2025